¿Se puede prevenir el cáncer a través de la alimentación?

Mientras que distintos libros anuncian con gran estrépito mediático las virtudes protectoras de tal o cual régimen o de tal o cual alimento frente a los cánceres, informes realizados por distintas instituciones nacionales (Francia) expresan reservas crecientes con respecto a diferentes alimentos hasta ahora generalmente reconocidos como beneficiosos. ¿Cuáles son estos? ¿Se pueden entender estas divergencias y contradicciones, ya sea por la generalización de algunas observaciones, ya sea por una visión demasiado partidista de la cuestión?

Constatar la relación entre nutrición y cáncer requiere no sólo conocer la funcionalidad de los nutrientes en cuestión, sino también integrar su posible papel en "la historia natural del cáncer".
Recordemos sin embargo, que la carcinogénesis se instaura en varias etapas, es decir, las sucesivas fases de iniciación, promoción, crecimiento tumoral y desarrollo.

Interés de frutas y verduras

  • ¿Las frutas y verduras protegen contra los cánceres? Sí. Estudios convincentes justifican determinadas recomendaciones alimentarias en casos de cánceres de las vías aerodigestivas superiores, de estómago y pulmón.
  • En cambio, por lo que se refiere a los otros cánceres, las conclusiones no son tan claras y dificultan su interpretación.
  • Así pues, los resultados del metaanálisis Riboli et Norat 2003 ponen de manifiesto que las frutas reducen el riesgo de cánceres de estómago, laringe, vejiga, pulmón y esófago, pero mucho menos el riesgo de los cánceres de seno y de colon.
  • Estos dos últimos cánceres parecen prevenirse mejor con el consumo de verduras.
  • Existe, pues, una especificidad de efecto: los cánceres cuyo riesgo se reduce con el consumo de frutas son cánceres en los cuales los agentes carcinógenos del ambiente son genotóxicos (tabaco, acetaldehido del alcohol) o infecciosos (helicobacter pylori) atacan directamente a las células epiteliales y donde los diferentes antioxidantes (muy abundantes en las frutas consumidas crudas) encuentran su mejor función.

Estos resultados se confirmaron en el estudio prospectivo multicéntrico, EPIC (Gonzales et Riboli, 2006), y experimentalmente en los resultados del estudio SU.VI.MAX donde los suplementos en antioxidantes solo benefició a los hombres que presentaban niveles plasmáticos de antioxidantes en sangre más bajos que los de las mujeres, pero se encontraban aún un mayor número de casos que en la mujeres en los cánceres en cuyo riesgo intervienen los antioxidantes, es decir, los ligados al tabaco y al alcohol.

  • En las verduras que se consumen generalmente cocinadas, ciertos antioxidantes termolábiles pierden su eficacia.

Ajo, cebolla, col, achicoria

  • Sin embargo, las verduras contienen otras moléculas, en particular, las moléculas sulfatadas de los alilos del allium (ajo y cebolla), los isotiocianatos de las crucíferas (toda la familia de la col y achicoria) implicados en vías metabólicas más complejas de desintoxicación, de actividad antibiótica y/o antiproliferativa.
  • Estas moléculas parecen desempeñar un papel en la reducción del riesgo de cáncer de colon y de estómago.

Las fibras de las frutas y hortalizas

  • Las fibras disminuyen el riesgo de cáncer de colon.
  • Los mecanismos implicados son múltiples : la eliminación de carcinógenos por vía física (absorción), influyen en el metabolismo de los ácidos biliares (inhibición de la producción de ácidos biliares secundarios mutágenos), efecto sobre la flora cólica.
  • Un consumo abundante de frutas y hortalizas comporta una alimentación poco rica en energía, y por lo tanto menos susceptible de provocar exceso de peso u obesidad, principales factores de riesgo de numerosos cánceres.

Evitar el sobrepeso

El exceso de peso representa un factor de riesgo, pero la alimentación no es la única causa de sobrepeso y desempeña más bien un papel indirecto.

En el cáncer colorectal

  • En el cáncer colo rectal, el aumento del tejido graso, y, en particular, la obesidad visceral, representan un factor de riesgo para la constitución de un síndrome metabólico, que, además de la alteración de los parámetros lipídicos, se acompaña de la síntesis de un factor de crecimiento que actúa sobre la proliferación de las células tumorales, el IGF-1.
  • Las fibras de los cereales completos disminuyen el riesgo frenando la aparición de la insulinoresistencia.

Los cánceres hormonodependientes

  • Por lo que se refiere a los cánceres hormonodependientes (seno, endometrio, ovario en la mujer, próstata en el hombre) los factores genotóxicos iniciadores siguen siendo poco conocidos.
  • Los factores de riesgo más convincentes para estos cánceres se basan en las características antropométricas.
  • Así pues, el aumento de peso, el exceso de peso y la obesidad aumentan el riesgo de cánceres de endometrio y seno en la mujer menopáusica (WCRF, 2007).
  • La hipótesis mecanística se basa en la síntesis endógena de estrógenos a partir de los esteroides y la aromatasa del tejido adiposo, estrógenos que favorecen la proliferación de los tumores femeninos hormonodependientes.
  • La constitución de un síndrome metabólico caracterizado por una obesidad visceral se acompaña también de la síntesis de IGF-1. De la misma manera, la SHBG (sex hormone binding globuline, proteína comunicativa de menos activos) disminuye en caso de síndrome metabólico, liberando por lo tanto las hormonas sexuales que actúan como tantos otros factores de crecimiento.
  • Este efecto tendría su papel, pues, en la fase de promoción y crecimiento tumoral.

Otros parámetros implicados: la altura y el peso

La alimentación no puede constituirse como única responsable del exceso de peso y de la obesidad, ya que el componente genético y la actividad física están también estrechamente implicados.

  • Por lo tanto, la modificación del riesgo de los alimentos o nutrientes susceptibles de participar en el incremento de peso, como los lípidos, ha sido más difícil de demostrar y su influencia sobre dicho riesgo parece modesta.
  • No obstante, una altura elevada en el adulto parece constituir un factor de riesgo convincente para los cánceres de seno, ovario (WCRF, 2007) y próstata.
  • Así pues, la incidencia de los cánceres más frecuentes de la mujer y el hombre es menor en las personas de peso y talla media.
  • La altura de una persona responde a un conjunto de determinantes (genéticos, medioambientales, hormonales), entre los cuales los factores alimentarios (por ejemplo, un aporte rico de energía y/o proteínas estimula la hormona de crecimiento y ésta induce la síntesis hepática de IGF-1). Este efecto de la talla sugiere que estos factores intervienen de forma precoz en la vida del hombre.
  • Asimismo se sabe que la alimentación favorece en las adolescentes la aparición de una menstruación precoz, lo que representa un factor de riesgo para el cáncer de seno.
  • Se cree también que una programación/impregnación en el útero puede inducir una obesidad infantil.

Por lo tanto, instaurar de manera precoz prácticas alimentarias que permitan mantener un IMC entre 18 y 25 es importante y determina la salud del adulto.

Sin embargo, incluso en la etapa adulta, una alimentación baja en calorías y una actividad física correcta siguen siendo importantes para evitar el incremento de peso especialmente entre las mujeres menopáusicas, con peligro de sufrir cáncer de seno y de endometrio.

Los errores que no hay que cometer

Si bien no existen alimentos que haya que suprimir absolutamente de nuestra dieta (ya que la frustración y la pérdida de referentes culturales pueden ser igualmente perjudiciales), algunos de ellos es necesario consumirlos con moderación.

La carne roja y la charcutería

La carne roja y la charcutería aumentan de manera importante el riesgo de cáncer de colon. Es conveniente priorizar en su lugar el pescado, puesto que los estudios epidemiológicos evidencian una disminución del riesgo de cáncer de colon y de próstata asociado al consumo de pescado.

Los alimentos hiperenergéticos

Se debe también moderar el consumo de alimentos con fuerte densidad energética (las grasas, y más aún, las grasas y azúcares) que facilitan la ganancia de peso y en consecuencia participan en el riesgo de desarrollo de muchos cánceres.

Los bebidas azucaradas

  • Las bebidas azucaradas son culpables, especialmente, en el desarrollo de la obesidad infantil ya que a menudo se consumen de forma excesiva.
  • Estas prácticas de moderación deben adoptarse desde muy jóvenes, con ayuda de la familia y de la educación, para que se desarrollen hábitos alimentarios saludables que perduren después a lo largo de la vida adulta.

¿Y los complementos alimenticios?

Una alimentación equilibrada y diversificada es suficiente para garantizar una posible prevención del cáncer. Los complementos alimenticios no son, pues, necesarios.

  • Al contrario, una suplemento alimentario podría generar un desequilibrio aportando una cantidad añadida y excesiva de una única molécula.
  • Por ejemplo, los estudios de intervención que utilizaron una molécula única (el b-caroteno) a dosis supraalimenticias tuvieron el efecto contrario al esperado: un aumento del cáncer de pulmón en fumadores u obreros que se exponían laboralmente al amianto.
  • Diversos resultados de estudios de suplementos hacen temer que utilizar antioxidantes en sujetos sospechosos de albergar células ya iniciadas y en vía de carcinogénesis, pueden favorecer su evolución hacia la fase de tumor.
  • En otros casos, los estudios de intervención pudieron aportar pruebas de que el micronutrimento era protector. Como por ejemplo el caso del calcio en el cáncer colorrectal: varios estudios muestran una reducción en el crecimiento de un adenoma pequeño hacia un adenoma grande, que puede considerarse como un estado precanceroso del cáncer de colon.

Sin embargo el aporte alimentario de calcio, en particular en forma de productos lácteos, parece ser suficiente. Sin embargo, se impone también la moderación, puesto que los productos lácteos son un factor de riesgo para el cáncer de próstata.

En conclusión

  • La alimentación sólo representa uno de los factores que pueden influir en la carcinogénesis y no puede cuestionarse como única causa en la aparición de los cánceres. Incluso si existen algunas excepciones en la prevención alimentaria de los cánceres (calcio: cáncer colorrectal, alliacés: cáncer gástrico), sería ilusorio concentrarse sobre un único nutriente o alimento.

Es el conjunto de la alimentación lo que debe tenerse en cuenta, favoreciendo los alimentos de origen vegetal y manteneniendo un peso dentro de la normalidad.

  • Más allá de las hábitos alimentarios, la práctica de una actividad física regular permite evitar el exceso de peso y la constitución de un síndrome metabólico.
  • Si estas prácticas se instauran desde la infancia, se mantendrán más facilmente durante la vida adulta y serán más eficaces.
  • Aunque, adoptarlas a la edad adulta sigue siendo útil ya que pueden retrasar siempre la promoción y el desarrollo de un tumor.
  • Estas mismas medidas de prevención ayudarán al paciente canceroso a prolongar y/o mantener los períodos de remisión.

World cancer research fund/American
Institute for cancer Research. Food,
nutriton, physical activity and the
prevention of cancer: A global perspective,
Washington DC, AICR, 2007.

Fuente: Revista Nutrition Infos

CCM Salud es una publicación informativa realizada por un equipo de especialistas de la salud.
El documento « ¿Se puede prevenir el cáncer a través de la alimentación? » se encuentra disponible bajo una licencia Creative Commons. Puedes copiarlo o modificarlo libremente. No olvides citar a CCM Salud (salud.ccm.net) como tu fuente de información.
Únete a la comunidad