La otosclerosis es una enfermedad que afecta al oído interno y al oído medio. Afecta principalmente a las mujeres jóvenes. Esta patología provoca sordera debido a un bloqueo a nivel del estribo (uno de los huesecillos encargado de transmitir las vibraciones sonoras al oído interno) que sufre una osificación demasiado importante. Se trata de una afección hereditaria.
El principal síntoma de la otosclerosis es la sordera. Se trata de una sordera de transmisión que la mayoría de las veces implica a ambos oídos (uno detrás del otro). A principio, los zumbidos o acúfenos pueden estar asociados con la pérdida de audición. Esta pérdida de audición esencialmente concierne a los sonidos graves, los sonidos agudos continúan siendo percibidos normalmente. Sin embargo al evolucionar también se verán afectados los sonidos agudos.
El diagnóstico de la otosclerosis se realiza a través de los signos clínicos: una pérdida de la audición mientras que en la otoscopia, es decir, la observación del oído y del tímpano, es absolutamente normal. Del mismo modo, la presencia de acúfenos es sugestiva de otosclerosis, especialmente en un paciente de unos treinta años.
Una serie de exámenes específicos permitirán encontrar:
Una vez que el diagnóstico de otosclerosis esté confirmado se pueden contemplar dos tratamientos principales:
La elección del tratamiento se hará de acuerdo con el paciente y en función de la gravedad de los síntomas (sordera, posibles vértigos), del estado de salud y de los antecedentes médicos.
La otosclerosis es una enfermedad hereditaria actualmente inaccesible a la prevención. Sin embargo, la aparición de los síntomas en una persona con un padre que sufre de otosclerosis debe conducir a consultar para prevenir la progresión de la enfermedad.