Tiroiditis de Hashimoto: tratamientos

La tiroiditis de Hashimoto es una enfermedad autoinmune que afecta más a mujeres que a hombres. Los síntomas observados en el transcurso de esta patología son los de un hipotiroidismo: aparece un bocio a nivel del cuello que se acompaña de un gran cansancio, aumento de peso, cara abotargada y un aumento en el volumen de los dedos. También se observa sequedad de la piel, episodios de estreñimiento, disminución del ritmo cardíaco y disminución de la presión arterial.

Una disminución de la secreción de las hormonas tiroideas T3 y T4, asociada con un aumento del tiempo de sangría, así como a un aumento de la dosificación sanguínea de anticuerpos dirigidos contra la tiroides, los anticuerpos anti-TPO (anti-tiroperoxidasa]) evocan el diagnóstico de enfermedad de Hashimoto.

La ecografía de la tiroides, que revela un bocio hipoecogénico, confirma la mayoría de las veces el diagnóstico.

Tratamiento

El tratamiento consiste en administrar durante muchos años, incluso la mayoría de las veces de por vida, hormonas tiroideas como la hormona T4 (idéntica a la producida por la glándula tiroides) con el fin de compensar la insuficiencia de producción de la glándula. Este tratamiento no actúa sobre la causa de la enfermedad ya que ésta es de origen inmunitario, pero permite a la tiroides funcionar mejor y llevar una vida normal.

El tratamiento también depende del volumen del bocio. Cuando éste es de poco volumen, a veces no se administra tratamiento pero una debe realizarse una vigilancia regular.

Cuando el diagnóstico de enfermedad de Hashimoto se efectúa muy precozmente (antes de que la glándula tiroides sea demasiado voluminosa) el tratamiento medicamentoso permite la mayoría de las veces estabilizar, incluso disminuir o hasta normalizar el volumen de la tiroides.

Respetar las dosis de los medicamentos

La dosis terapéutica de los medicamentos prescritos debe ser respetada al pie de la letra.

Vigilancia

El tratamiento se adapta a cada paciente en función de los análisis de sangre de TSH, T4 y T3 y de la ecografía tiroidea. El médico adaptará la posología en función al volumen de la tiroides, de la evolución de las manifestaciones, de los resultados de los exámenes sanguíneos y de la ecografía.

Foto: © Gabriel Blaj | Fotolia.com

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