Comportamiento de un niño de cuatro años

A los cuatro años de edad, los niños son sociables, ágiles, curiosos y desbordan energía pero les cuesta obedecer a sus padres y se lo hace saber con rabietas y enfados.

Qué hace un niño de cuatro años

El niño de cuatro años es más independiente. Se siente capaz, y lo es, de controlar su propia fuerza y seguridad.

Le gusta tomar parte en las tareas domésticas y se ocupa de sus propias cosas. También consigue lavarse las manos y la cara, guardar su propia ropa, hacer su cama, cepillarse los dientes y recoger sus juguetes.

Los niños de esta edad se relaciona muy bien con sus amigos y les encanta invitarlos a su casa.

Características evolutivas del niño de cuatro años

En cuanto a las habilidades motrices, un niño de cuatro años alterna los ritmos regulares de su paso, puede dar un salto mientras corre y saltar con rebote sobre uno y otro pie. Aunque les cuesta saltar con un solo pie son capaces de mantener el equilibrio sobre un pie y disponen de reflejos suficientes para detenerse ante un obstáculo. De hecho, a los niños de cuatro años les gustan las pruebas de coordinación física y pueden abotonar se la ropa, realizar el circulo en sentido de las agujas del reloj.

A la edad de cuatro años, el niño logra ejecutar muchas de las actividades diarias necesarias para valerse en la actividad personal y social, esto es lo que se conoce como conducta adaptativa. En este ámbito, el niño de cuatro años hace muchas y variadas preguntas, es enumerador y clasificador, puede recortar figuras grandes y simples y empieza a sentirse como uno entre varios. Su comprensión del pasado y del futuro es muy escasa pero tiene una mentalidad mas activa y ya dibuja figuras humanas con cabeza, piernas y ojos. También da nombre a lo que hace y su interés se orienta mas hacia el sexo opuesto. Otra característica de los niños de esta edad es su capacidad para cortar recto y copiar un cuadrado o un triángulo.

Respecto al lenguaje, un niño de cuatro años formula preguntas de tipo 'por qué' o 'cómo'. También le gusta los juegos de palabra y combina hechos, ideas y frases para reforzar un dominio de palabras y oraciones. Por el contrario, le desagrada repetir las cosas, tiene dificultad con los tiempos verbales aunque produce oraciones más largas.

Por último, su conducta personal y social es una combinación de independencia e inseguridad. Va al baño solo, se viste y se desnuda solo, confunde sus pensamientos con el exterior, mezcla la fantasía con la realidad, tiene mas contactos sociales y sugiere turnos para jugar. Son característicos de esta edad los arranques repentinos y los caprichos. El niño de cuatro años es conversador, le gusta hablar en primera persona, sabe encontrar pretextos, tiene capacidad de autocrítica y también critica a los demás. También posee ciertos miedos y una enorme energía.

Cuál es la conducta normal de un niño de cuatro años

Un niño de cuatro años muestra sus preferencias en cuanto a la ropa, el peinado, la comida y los amigos.

El niño aprende, a esta edad, las habilidades sociales necesarias para jugar y trabajar con otros niños y a medida que crece aumenta su capacidad de cooperar con muchos más compañeros aumenta.

Aunque los niños de cuatro años son capaces de participar en juegos que tienen reglas, estas pueden cambiar con la frecuencia que imponga el niño más dominante. Por eso, en cada grupo de niños preescolares pequeños siempre hay un niño dominante o `mandón' que se impone sobre los demás sin que el resto del grupo muestre resistencia.

También es normal que los niños en edad preescolar pongan a prueba sus limitaciones en términos de habilidades físicas, comportamientos y expresiones de emoción o habilidades de pensamiento. Es importante que un niño crezca en un ambiente seguro y estructurado dentro del cual explorar y enfrentar nuevos retos.

En cambio, los niños en edad preescolar necesitan límites bien definidos. El niño debe demostrar iniciativa, curiosidad, deseo de explorar y gozo sin sentirse culpable ni inhibido.

Las primeras manifestaciones de moralidad se presentan a medida que los niños desarrollan el deseo de complacer a sus padres y a otras personas de importancia. Esto se conoce comúnmente como la etapa del 'niño bueno' o la 'niña buena'.

Por el contrario, la elaboración de narraciones puede conducir a la mentira, un comportamiento que si no se aborda durante los años de edad preescolar puede continuar probablemente hasta la edad adulta. Cuando un niño en edad preescolar vocifera o contesta trata de llamar la atención y busca provocar una reacción en el adulto hacia el cual se dirige.

Cómo educar a un niño de cuatro años

La gran labor de los padres a la hora de educar a sus hijos es conseguir que éstos les obedezcan a la primera, una tarea complicada con niños de esta edad, sobre todo porque los padres siempre se hacen las mismas preguntas: '¿soy demasiado estricto? ¿soy muy permisivo?'.

Una de las primeras cosas que un padre debe tener en cuenta es que La disciplina no es un castigo sino que permite que los niños aprendan a comportarse de una manera adecuada para su edad y su nivel de desarrollo.

Por otra parte, está comprobado que los niños necesitan que los adultos les pongan límites y los hagan sentir seguros sobre lo que pueden hacer y lo que no; eso sí, nunca deben sentirse amenazados ni temerosos, hay que enseñarles con amor y respeto.

A esta edad, el niño presenta cierta inestabilidad emocional. Se ríe y llora sin razón aparente y eso provoca que vuelva, alguna que otra vez, a las rabietas características de cuando tenía dos años de edad. El niño quiere imponer sus deseos desafiando a sus padres y muestra preferencia por su madre, si es niño, de modo que tratará de identificase con el padre y competirá con él por su madre. En cambio, la niña mostrará debilidad por su padre y actuará de igual manera que el niño.

En el cuarto año de vida de su niño, los padres deberán tener mucha paciencia, tacto y control de la situación ya que están ante un niño pequeño que tiene una capacidad de comprensión muy limitada y que necesita que sus padres le enseñen poco a poco, de hecho el niño se encuentra en la fase del '¿por qué?'. También buscará respuestas, de modo que es necesario responderle siempre con la verdad. Cuando un padre responde a la pregunta de un niño, no solo le enseña a pensar sino que además le ayuda a formar las bases de su visión del mundo.

Asimismo, los padres deben fijar límites coherentes para que los niños se sientan tranquilos y seguros. También deben utilizar términos sencillos que el niño pueda entender, así como emplear instrucciones positivas dichas en un tono amable.

En ocasiones hay que ignorar algunos comportamientos que no son peligrosos para el niño o para los demás, como cuando el niño emplea un tono quejoso, contradice a su padres, usa malas palabras o tiene alguna rabieta. Bastará con ignorarlo para que el niño cese su mal comportamiento.

El tiempo aparte es un método que sirve para ayudar a los niños a calmarse y a recuperar el autocontrol y evita que, tanto padres como niños entren en una espiral de gritos. Esta técnica no debe emplearse nunca con niños menores de dos años. Si el niño tiene entre cuatro y cinco años, los padres le dejarán en su habitación cinco minutos cómo máximo para que pueda calmarse. Cuando esté más tranquilo, el padre deberá explicarle lo que ha hecho mal y cómo corregirlo en voz pausada.

Además, puede resultar útil enseñar al niño las consecuencias de sus actos. Si el niño comprende que su mal comportamiento tiene consecuencias desagradables, entenderá por qué no debe hacerlo, sobre todo si le puede acarrear algún daño, tanto a él como a las personas que le rodean. Si está jugando con cerillas, se puede quemar; si se le pide que deje de tirar la pelota y no lo hace, deberás quitársela.

Pérdida de privilegios. Este instructivo método educativo solo puede llevarse a cabo cuando un niño tiene edad suficiente para entender que se le quitará un privilegio si continúa comportándose mal. Si le enseñas las opciones y las consecuencias de un acto y aun así continúa actuando mal, quítale un privilegio (después de haberle advertido sobre cuales van a ser las consecuencias). Por ejemplo, si rompe la cabeza de la muñeca de su hermana, ya no podrá volver a jugar con los juguetes de ella.

Por último, las reglas deben ser conocidas por todos y cumplidas por toda la familia. Asimismo, ambos progenitores deben ejercer la autoridad y estar de acuerdo en las reglas impuestas. Estas deben ser claras y tener siempre la misma consecuencia. Hay que ser específico con lo que se permite, hasta dónde se permite, las circunstancias que rodean a la regla y qué sucede cuando se cumple y cuando no.

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