La fase de iniciación de los cambios o de regulación de los oncogenes normalmente reprimidos por parte de los agentes carcinogénicos (contaminantes medioambientales) van a causar alteraciones celulares.
Sin embargo la célula así alterada, todavía puede escaparse a ser cancerosa gracias a otros genes llamados supresores que permiten la reparación del ADN transferido e impiden el desarrollo de las células potencialmente cancerosas.
Pero si estos genes supresores presentan también uno o más cambios que alteran su función, la célula adquiere ya los primeros caracteres del fenotipo maligno (pérdida del control del crecimiento y resistencia al apoptosis). En esta fase se la denomina célula transformada.
En esta fase, la alimentación puede desempeñar un papel ya sea a través de los antioxidantes que protegen el ADN de las alteraciones inducidas por la carcinogénesis, o a través de distintos compuestos capaces de favorecer la reparación del ADN, o de intervenir sobre la evolución del agente carcinogénico en el organismo .
El paso de la hiperplasia al tumor constituido, caracterizado por una multiplicación celular ad infinitum y la facultad de crear una red vascular (angiogénesis tumoral), se producirá bajo el efecto de nuevas alteraciones genómicas asociadas o no a factores medioambientales, incluido los alimenticios.
Finalmente, en su fase de progresión, el tumor ha adquirido la facultad de invadir los tejidos vecinos y la facultad de colonizar, y va a constituir metástasis, de nuevo gracias a los factores de crecimiento, y también a distintos enzimas y eicosanoïdes. Aquí aún factores alimentarios particulares pueden todavía modular la progresión tumoral.
Fuente: Revista Nutrición infos