Al final del siglo XVIII un neurólogo alemán llamado Franz Joseph Gall desarrolló una teoría que bautizó como frenología. Según ella, las funciones cerebrales se ubican en zonas precisas del cerebro, y las protuberancias o salientes del cráneo humano son debidas al desarrollo de estas zonas del cerebro. Estas permiten, pues, definiri el carácter de una persona y establecer diagnósticos. Rapidamente calificada como pseudo-ciencia, la frenología fue rapidamente puesta en entredicho.