La mayor parte de ahogamientos tienen lugar en verano. Dos de cada tres ahogados son hombres, fundamentalmente niños menores de seis años y personas de más de 45 años. En este sentido, conocer las técnicas de primeros auxilios puede salvar víctimas y evitar accidentes.
El ahogamiento se produce debido a la irrupción brutal de agua en los pulmones impidiendo la entrada de aire, lo que provoca la asfixia. El ahogamiento puede conducir a la muerte. En efecto, una de cada cuatro personas que sufre un ahogamiento muere. Lamentablemente, la proporción de muertos por ahogamiento es mayor en los niños.
No hay que lanzarse al agua para rescatar a la víctima si no se sabe nadar.
En primer lugar, hay que tratar de sacar a la persona del agua sin ponerse en peligro. Después se debe colocar a la víctima sobre una zona que permita apoyarla correctamente. Si no se sabe muy bien qué hacer, será necesario pedir ayuda a otras personas y llamar a los bomberos, socorristas o a emergencias
Primero hay que comprobar si la víctima respira. Para ello debes verificar si su pecho se infla o no. También puedes sentir su respiración acercando tu mejilla a su boca.
Si la persona respira normalmente, ponla en posición lateral, por seguridad, para que no se asfixie si empieza a vomitar.
Es importante que no intentes extraerle el agua de los pulmones, ni la hagas vomitar. Ve a pedir ayuda.
La respiración boca a boca consiste en hacer pasar a los pulmones del ahogado el aire fresco contenido en las vías respiratorias del rescatista, es decir, de la persona que está dando la respiración.
Primero, inclina la cabeza de la víctima hacia atrás y levanta el mentón. Después, coloca una mano sobre la frente y aprieta la nariz con el dedo pulgar y el dedo índice. Con la otra mano, abre la boca y levanta el mentón.
A continuación, inspira normalmente, inclínate hacia la víctima y cubre totalmente su boca con la tuya. Luego sopla en su boca hasta que su pecho se infle. Insufla lentamente y regularmente el aire en su boca verificando que su pecho se infle. Comprueba que cada insuflación dure cerca de un segundo. Empieza con dos insuflaciones (boca a boca).
Si la víctima reacciona, tose o se mueve, continúa la respiración boca a boca. Mientras tanto, mantén su cabeza inclinada hacia atrás y el mentón levantado. El siguiente paso consiste en verificar que el pecho de la víctima descienda cuando espiras. Si es así, inspira de nuevo normalmente y practica una segunda insuflación.
Si el ahogado no reacciona, realiza dos ciclos de masaje cardiaco y respiración boca a boca durante un minuto y pide auxilio. Si es posible, pide a otra persona que llame al socorrista mientras tú continúas realizando las técnicas de primeros auxilios hasta la llegada de los profesionales de salvamento.
Inclina la cabeza del niño hacia atrás para que su lengua no bloquee el paso del aire. Después, sopla en la boca, apretando la nariz del niño. Estarás realizando correctamente la insuflación si compruebas que el pecho de la víctima se infla ligeramente, sin exceso. La frecuencia debe ser de 15 a 20 insuflaciones por minuto.
Si se trata de un bebé, coloca dentro de tu boca la nariz y la boca del bebé y a continuación sopla y sigue los pasos mencionados anteriormente.
El masaje cardiopulmonar consiste en comprimir el corazón para mantener la circulación sanguínea, alternando la respiración boca a boca (insuflación) y la compresión torácica.
Si la víctima tiene menos de ocho años de edad, el ciclo es de una insuflación y cinco compresiones, pero si es mayor de ocho años de edad, el ciclo es de dos insuflaciones y quince compresiónes torácicas.
En cualquier caso, pide ayuda o llama a emergencias rápidamente. Si no estás solo, pide a alguien más que pida ayuda mientras tú practicas los primeros auxilios. Pero si estás solo, continúa realizando las técnicas de primeros auxilios.