La otoplastia es la cirugía estética mediante la cual se resuelven las deformidades de las orejas despegadas, pero también otras malformaciones en las orejas.
A continuación explicaremos los riesgos y las secuelas operatorias así como las cicatrices dejadas por esta intervención.
Toda cirugía, ya sea estética o no, deja cicatrices. En una otoplastia, al ser la incisión realizada en el pliegue natural situado detrás de la oreja (el surco retroauricular), la cicatriz es discreta.
Puede enrojecerse y endurecerse las semanas siguientes a la intervención. Su aspecto definitivo puede observarse sólo después de un año, la madurez cicatrizal es un proceso progresivo.
En caso de hipertrofias grandes, una incisión suplementaria puede ser realizada en la parte anterior de la oreja, pero esta incisión es disimulada en los pliegues y los relieves naturales.
Con el fin de obtener una buena cicatrización, es aconsejado evitar la exposición de las cicatrices al sol los meses siguientes a la operación o usar un sombrero.
Los pacientes deben estar siempre informados de los riesgos debido a la anestesia o a la misma operación, como hemorragias, infecciones, necrosis cutáneas, fenómenos cicatrizales inhabituales (cicatrices hipertróficas o quelóides), asimetría del resultado, irregularidad de relieves o el resultado no esperado.
La exposición a temperaturas bajas se debe evitar las primeras semanas luego de la intervención debido a la sensibilidad temporal de las orejas (riesgo de congelación y necrosis).
Aunque las complicaciones y los riesgos son raros, se recomienda acudir a un cirujano calificado para este tipo de intervención y que ejerza en un hospital o una clínica renombrada para limitar considerablemente los riesgos aunque sin suprimirlos totalmente. El seguimiento postoperatorio debe ser siempre riguroso y efectivo.