La isquemia designa el sufrimiento de un órgano o de un tejido por la interrupción de toda o parte de la circulación arterial con destino a esta parte anatómica.
Puede ser debida a la obstrucción de la arteria por un coágulo de sangre, a un estrechamiento significativo de la luz de la arteria por depósitos de colesterol, a una hemorragia o a la compresión de la arteria.
Cuando la isquemia es transitoria o se trata rápidamente los daños provocados en el órgano no son permanentes y las células no se destruyen por completo. Por el contrario si la isquemia es prolongada hay riesgo de daño irreversible a nivel de los órganos. La isquemia más peligrosa es la que afecta al cerebro y al corazón pero puede afectar a otros órganos como el riñón, el pulmón, los órganos digestivos y también a un miembro (a menudo a una pierna en el caso de la isquemia aguda de las extremidades).
Una revisión arterial mediante una angiografía o una ecografía doppler arterial debe ser rapidamente practicado para identificar las causas. El tratamiento también debe ser lo más rápido posible para restaurar el flujo sanguíneo al tejido.