Ante la aparición de síntomas que evoquen una alergia, la opinión del médico alergólogo es indispensable para efectuar una encuesta alergológica que permitirá encontrar la causa de las manifestaciones alérgicas y establecer medidas preventivas acompañadas de un tratamiento adaptado.
El alergólogo es aquel médico experto en el diagnostico y el tratamiento de las alergias, y las enfermedades que están relacionadas con ellas como el asma, la rinitis alérgica, la urticaria o el eczema.
Esta especialidad médica requiere, como mínimo, 11 años de estudios: 6 años de medicina, seguidos de 3 o 4 años de especialización en Pediatría o Medicina Interna, más 2 años de entrenamiento especializado en Alergia e Inmunología.
Un sinónimo de alergólogo es alergista.
Es aquel alergólogo que se dedica especificamente a los problemas de alergia en los niños.
El diagnóstico de la alergia se basa en el interrogatorio, el examen del paciente y la práctica de tests cutáneos que pueden ir acompañados de análisis de sangre y de tests de provocación que permitieran confirmar el diagnóstico.
El interrogatorio representa una etapa fundamental de la primera consulta y permite evocar el carácter alérgico de las manifestaciones. Se establece una primera lista de alergias que pudieran ser cuestionadas. El interrogatorio debe ser riguroso y minucioso: ¡de hecho a menudo se califica de policial! y permite buscar las razones de la consulta, los antecedentes familiares de alergia (padres, tíos, tías, primos…), los antecedentes personales de otras alergias o de otras enfermedades y permite la descripción precisa de las manifestaciones alérgicas desde los primeros síntomas hasta el día de la consulta.
Se pasa de este modo revista a los criterios de unidad de tiempo, estación, semana, fin de semana… durante la aparición de las diferentes manifestaciones, los factores de mejora o de agravación, el papel de las vacaciones y de los fines de semana (orienta, por ejemplo, hacia la probabilidad de una causa profesional) o a la influencia del clima y del lugar. Unas manifestaciones alérgicas que aparecen en el interior o en el exterior de una vivienda pueden orientar al médico. También el modo de vida, el entorno y las costumbres de la persona alérgica (el entorno de la vivienda debe ser descrito de forma precisa). Hay que saber si hay plumas en la almohada y en el edredón, si hay moqueta, papeles murales, conocer la temperatura de la habitación y la naturaleza de la calefacción, la presencia de animales, de plantas…También pueden orientar los desplazamientos profesionales o privados , las aficiones, los regímenes, las costumbres alimenticias…y se revisa la eficacia de los tratamientos anti-alérgicos prescritos anteriormente.
Los tests cutáneos son rápidos, no provocan más que unas pequeñas molestias, se pueden practicar a través de la Seguridad Social, son fiables y permiten en 15 o 25 minutos, en la mayoría de los casos, conocer los alérgenos responsables.
En cuanto a la lectura del test una reacción alérgica positiva provoca una mancha roja en la piel parecida a una picadura de mosquito acompañada de picor. El principio del test consiste en reproducir en la piel una reacción alérgica. Se realizan depositando en la piel una gota del alérgeno sospechoso y luego en el centro de la gota hacemos una pequeñísima incisión con una pequeña punta. Una reacción que se parezca a la picadura de un mosquito en el lugar del test testimonia que el alergeno testado puede ser el responsable de ciertos síntomas. Esta técnica es bien aceptada, incluso por niños muy pequeños. Del 10 al 20% de los tests cutáneos positivos no significan forzosamente que la persona testada sea alérgica al alérgeno testado.
Estos tests pueden ser practicados en niños de corta edad, contrariamente a la idea de que no se pueden hacer tests cutáneos en niños pequeños: esperar a que un niño llegue a los 5 o 6 años antes de efectuar los tests retrasa el diagnóstico y la puesta en marcha del tratamiento y agrava las manifestaciones. El consenso actual precisa que esos tests pueden efectuarse precozmente, incluso antes del año si aparecen en un niño manifestaciones respiratorias severas o episodios de urticaria o de edemas.
Son recomendados en la búsqueda de la causa de un eczema. Se aplican en la piel de la espalda unos patchs tests que contienen poca cantidad del alérgeno sospechoso y se dejan durante 2 días. Una tabla de lectura permite interpretar los resultados del test identificando cada uno de los alérgenos. Una reacción positiva significa que el alérgeno testado puede ser el responsable de un eczema de contacto.
Si los test cutáneos son correlacionan con las manifestaciones descritas, o si son difícilmente realizables, el doctor puede solicitar un análisis de sangre. El test que se practica más frecuentemente es la dosificación sanguínea de las Inmunoglobulinas E totales o específicas, anticuerpos que intervienen en la reacción alérgica del o de los alérgenos sospechosos. Este test sanguíneo no necesita estar en ayunas o modificar su tratamiento anti-alérgico. Esta dosificación permite obtener argumentos biológicos específicos de la alergia y determinar cual es el alérgeno responsable de los síntomas.
Unos test de provocación oral, nasal o bronquial son a veces utilizados cuando el diagnóstico es difícil de establecer.
A veces es útil una radiografía de tórax y de los senos paranasales. En la mayoría de los casos, el paciente descubre a lo largo de una o dos consultas la causa de sus problemas. Pero en ciertos casos, hay que buscar y buscar durante largos meses de investigaciones.
La mayoría de los centros hospitalarios tienen un servicio de alergología. Los alergólogos liberales ejercen en sus consultas privadas.
Existen varios tipos de pruebas de alergia cutáneas. El precio de las pruebas de alergia dependerá del tipo de pruebas y puede variar entre 30 y 100 Euros. La visita con el alergólogo suele estar incluída en el precio.
Todos los sindicatos de alergólogos denuncian el no reconocimiento de esta disciplina que concierne cada año a más y más enfermos que presentan manifestaciones cada vez más y más severas. Los poderes públicos todavía no han tomado realmente las medidas necesarias para luchar eficazmente contra las enfermedades alérgicas.
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