Todos los medicamentos pueden provocar una reacción alérgica, aunque los hayamos tomado desde hace meses o creamos que son inofensivos. Una urticaria aguda puede aparecer unos minutos o unas horas después de la toma de un medicamento.
La alergia puede presentarse con cualquier presentación de medicamento, ya sean comprimidos, jarabes, pomadas o inyecciones. Las manifestaciones de la alergia farmacológica pueden ser urticaria, rinitis, asma, edema de Quincke (angioedema) e incluso puede aparecer un choque anafiláctico.
Es importante no confundir los efectos secundarios del medicamento con las reacciones alérgicas. Cualquier persona puede presentar los efectos secundarios advertidos en la caja del fármaco, pueden ser molestos, pero no son graves ni afectan al sistema inmunológico.
En la mayoría de los casos, la alergia farmacológica aparece entre 12 y 24 horas después de la toma del medicamento. Las aspirinas, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), la penicilina, los morfínicos, los somníferos, los curares, los productos de contraste iodado, la vancomicina y otros muchos pueden ser la causa.
Con menor frecuencia, las manifestaciones alérgicas pueden aparecer dos horas después de la primera toma del fármaco. Algunas reacciones alérgicas pueden aparecer varios días o semanas después de haber tomado el medicamento causante. Las manifestaciones también pueden aparecer al tomar un medicamento prescrito desde hace varios meses, incluso años.
Ante la sospecha de tener una alergia a un medicamento, abandona la toma del fármaco en cuestión, así como aquellos que formen parte de la misma familia, y consulta con el médico. Es importante precisar las fechas de aparición y el contexto. El siguiente paso es efectuar un chequeo alergológico que, generalmente, se realiza en un centro especializado u hospital.
Este chequeo incluye tests cutáneos con los medicamentos sospechosos, mientras que los análisis de sangre son posibles con algunos fármacos. También se pueden realizar unos tests de reintroducción oral, que consisten en volver a dar el medicamento y observar la aparición de las manifestaciones. Los exámenes se practican, por supuesto, bajo estricta vigilancia médica. Por lo general, se aconseja la supresión del fármaco sospechado aunque los tests sean negativos.
En caso de que el medicamento en cuestión sea indispensable, la reintroducción oral permite no cuestionar más el fármaco si la prueba ha sido bien soportada. Pero existen riesgos y es indispensable informar al paciente sobre ellos. El paciente siempre debe llevar una tarjeta donde esté anotado el medicamento al cual es alérgico e informar al personal médico cada vez que sea necesario.
Las manifestaciones por las alergias a los anestésicos pueden ser moderadas o severas. El curare y el látex son el origen del 85 % de los accidentes alérgicos que ocurren durante las anestesias. Los antibióticos, los morfínicos y algunos productos de perfusión también pueden ser los responsables.
Toda persona que haya tenido una reacción alérgica durante una anestesia debe hacerse un chequeo alergológico en un centro especializado durante las semanas siguientes a la intervención. Se aconseja pedir antes la opinión a un alergólogo para orientarse sobre uno de los centros donde se realizan estas pruebas.
No es posible prevenir una alergia farmacológica. Cuando una persona es alérgica a un medicamento, la mejor manera de prevenir una reacción es evitándolo. Es posible que se le solicite evitar fármacos similares, por ejemplo, cuando hay un problema de alergia a la penicilina, también se debe evitar la amoxicilina y la ampicilina.
En determinados casos, el médico puede prescribir el fármaco que causa alergia, pero administrando antes corticosteroides y antihistamínicos, como difenhidramina. Por ejemplo, bajo las reacciones alérgicas a los medios de contraste yodados para hacer técnicas de imagen, como radiografías o escáners. La administración de estos fármacos previenen las reacciones de la anafilaxia (como la constricción de vías respiratorias) que son las mas graves. El médico también puede recomendar una desensibilización al fármaco, que debe realizarse bajo una estricta supervisión médica. Consiste en administrar dosis muy pequeñas del medicamento durante un período específico de tiempo.
En estos casos, se suelen administrar antihistamínicos para aliviar los síntomas leves, como las erupciones, las ronchas o los picores. También pueden ser necesarios los corticosteroides aplicados directamente en la piel, por vía oral o intravenosa.
Los síntomas que pueden aparecer por una alergia a la penicilina son los mismos que aparecen en cualquier otra reacción alérgica. Por lo general, son manifestaciones cutáneas en forma de urticaria o erupciones que se pueden localizar en todo el cuerpo o concentrarse en ciertas zonas.
El picor, uno de los síntomas más frecuentes en caso de alergia, puede aliviarse al aplicar sobre la piel afectada una mezcla de pasta de dientes con limón, bicarbonato con agua, aloe vera o arcilla verde. En caso de que la manifestación de la alergia sea una rinitis, puede masticarse un ajo durante dos minutos. Cuando se trata de una conjuntivitis, se puede aplicar una infusión de manzanilla. Deja la manzanilla unas horas con agua caliente y guárdala en la nevera durante unas horas, después empapa un poco de algodón y aplícalo en los párpados dejándolo actuar durante unos minutos.
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