La dispepsia o los trastornos digestivos funcionales es una afección común, que se caracteriza por una digestión difícil y con dolores puntuales o crónicos según los casos.
A continuación un panorama sobre sus diferentes síntomas, causas y tratamientos.
La dispepsia designa trastornos digestivos, incluyendo síntomas variados localizados como náuseas, eructos y dolores generalmente a nivel del lado superior del abdomen.
Estas manifestaciones también se acompañan de aerocolia, gases intestinales, una saciedad precoz desde que se empieza a comer, estreñimiento o diarrea.
El ardor de estómago es una forma de dispepsia.
Las causas de dispepsia son difícilmente identificables en la ausencia de lesión. Las causas más frecuentes de trastornos digestivos funcionales son una comida copiosa, el exceso de grasa o alcohol, una mala masticación o comer demasiado rápido.
Ciertos factores como el embarazo, la práctica de un deporte de resistencia, el estrés, la ansiedad, las enfermedades crónicas como la diabetes de tipo 2 y la toma de ciertos medicamentos pueden ser la causa de trastornos digestivos funcionales.
Por lo general, los síntomas de la dispepsia son pasajeros y desaparecen después de algunos días. Es recomendable consultar con un médico si los síntomas persisten y se vuelven frecuentes.
En ciertos casos, los síntomas de la dispepsia pueden ser aliviados por una modificación de las costumbres de vida y los hábitos alimenticios. Dejar de fumar, la práctica de una actividad física regular y una pérdida de peso forman parte de las medidas más eficaces.
El médico también puede prescribir un tratamiento medicamentoso según la causa de la dispepsia, como antiespasmódicos para reducir las contracciones de los músculos digestivos y los dolores, los antiácidos o los estimulantes.
Si la dispepsia es debida a la toma de ciertos medicamentos, la interrupción del tratamiento es aconsejado.
La dispepsia puede ser evitada adoptando una alimentación variada y equilibrada, tomándose un tiempo para masticar bien los alimentos, bebiendo por lo menos un litro de agua al día y practicando una actividad física. Es recomendado evitar los excesos de alcohol, tabaco y limitar las comidas copiosas.
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