A los tres años de edad, un niño presenta unas características evolutivas y una conducta propias que servirán de base para fijar su educación
A la edad de tres años, el niño deja atrás su etapa de bebé para entrar en la etapa preescolar.
Los niños de esta edad son naturalmente activos y han adquirido suficiente autonomía y confianza en sí mismos para hacer cosas nuevas. Sin embargo, todavía necesitan la protección y la dedicación de los padres. El apoyo familiar es fundamental para que el pequeño se sienta seguro para aventurarse por el mundo.
En cuanto a la alimentación, un niño de tres años debería haber incorporado todos los alimentos a su dieta, aunque los coma troceados. Si le das a probar platos variados y sabrosos ampliará, poco a poco, el gusto por la comida. Una dieta equilibrada para un niño de tres años debe incluir lácteos, cereales, carnes, verduras, frutas y en menor proporción, grasas y azúcares.
El ritmo de crecimiento es menor que en los años precedentes. En el tercer año, el niño ganará alrededor de 2,5 kg y 9 cm de altura, aproximadamente. Lo importante es que el aumento de peso y de estatura sean armoniosos. Ya no es necesario medir al niño con tanta frecuencia sino cada seis meses.
En cuanto al sueño, hay niños que pueden irse a la cama sin plantear ningún problema y dormir toda la noche de un tirón. A otros les cuesta más quedarse dormidos y se despiertan durante la noche. En general, se suelen alternar las dos situaciones. Aunque el niño se vaya a la cama solo, necesitará que le lean un cuento antes de dormirse, jueguen o hablen con él.
La forma en la que un niño de tres años juega, aprende, habla y actúa ofrece pistas importantes sobre su desarrollo.
En los ámbitos social y emocional, el niño de tres años copia a los adultos y los amigos. Demuestra afecto por sus amigos y se preocupa si alguno de ellos llora. También espera su turno en los juegos y entiende la idea de lo que "es mío", "de él" o "de ella". En definitiva, a esta edad, el niño expresa una gran variedad de emociones, se separa de su mamá y su papá con facilidad, se molesta con los cambios de rutina importantes y se viste y desviste sólo.
En cuanto al habla y la comunicación, el niños es capaz de seguir instrucciones de dos o tres pasos, conoce el nombre de la mayoría de las cosas, entiende palabras como "adentro", "arriba" o "debajo". También sabe decir su nombre y el de un amigo y sabe qué edad tiene y cuál es su sexo. Emplea palabras como "yo", "mi", "nosotros" y "tú", así como algunos plurales. Otro aspecto curioso es que el niño de tres años trata de hablar correctamente para que los desconocidos pueden entender la mayor parte de lo que dice que suele resumirse en dos o tres oraciones.
Respecto al ámbito cognitivo (aprendizaje, razonamiento y resolución de problemas), el niño puede crear juguetes con botones, palancas y piezas móviles y juega imaginativamente con muñecas, animales y personas. Además, es capaz de armar rompecabezas de tres y cuatro piezas, entiende lo que significa "dos" y es capaz de dibujar un círculo con lápiz. También pasa las hojas de los libros de una en una, arma torres de más de seis bloques y enrosca y desenrosca las tapas de jarras o abre la manija de la puerta.
En cuanto al desarrollo motor y físico, el niño de tres años puede trepar, correr fácilmente y pedalear un triciclo (bicicleta de tres ruedas), así como subir y bajar escaleras empleando un pie por escalón.
A la edad de tres años, un niño debe aprender buenos modales y saber cómo comportarse en la mesa. Come en las mismas condiciones que el resto de la familia puesto que comparte la mesa con los adultos. Hay que enseñarle a usar los cubiertos correctamente, colocarse la servilleta y esperar a los demás antes de empezar a comer. Es probable que a los tres años empiece a comer en la escuela con otros niños, de modo que irá adquiriendo mayor autonomía.
Algunos niños de tres años de edad utilizan pañal por la noche (hasta los seis años, todos los niños se hacen pis en la cama ocasionalmente). Es normal que con tres años de edad los niños experimenten problemas nocturnos como las pesadillas y, menos frecuentemente, los terrores nocturnos. En este caso se recomienda reconfortarlo cuando se despierte sobresaltado hasta que recupere la calma y se quede dormido. Entre los tres y los cuatro años, el niño deja de dormir la siesta.
A partir del tercer año, el niño empieza a comprender las palabras y las oraciones, lo cual cambia la forma en la que los padres se comunican con él. Las frases deben enunciarse de manera afirmativa porque esto les permite comprender mejor los acontecimientos. Por ejemplo, en lugar de decirle "no tires tus juguetes o tus zapatos", deberás decirle "deja los juguetes en la caja o dáselos a mamá". Cuando el niño hace lo que le pedimos, siempre hay que agradecérselo con un elogio, como "eso ha estado muy bien". A esta edad, el niño será mucho más receptivo que en etapas anteriores, comprenderá que su buen comportamiento alegra a mamá y a papá, se siente feliz y querrá volver a lograr ese momento, y por ende, tenderá a repetir la acción. Cognitivamente, el niño comprende el significado de un "no".
A medida que el niño crece, las normas se harán cada vez más complejas. Un niño de esta edad debe ser capaz de recoger sus juguetes solo o con muy poca ayuda, comer solo, no interrumpir a los adultos, ir al baño con ayuda, ir de la mano por la calle, lavarse los dientes y vestirse solo.
También será capaz de responder rápidamente a instrucciones como irse a la cama, dejar de ver la televisión, ir a ducharse, ayudar a poner y recoger la mesa, ayudar a hacer su cama, no pegar, no gritar al hablar y escuchar mientras le hablan.
La mejor forma de lograr que el niño aprenda a seguir instrucciones y posteriormente incorpore el concepto de obedecer es recordarle que los adultos son los que deciden porque el niños está bajo el cuidado de ellos. Para que un niño obedezca es necesario que los adultos (ya sean los padres o los abuelos) sean coherentes, firmes y afectuosos en el momento de enfrentar diversas situaciones y pongan los límites in situ manteniendo la calma. La coherencia es la base del respeto y da seguridad a los niños.
Es muy importante hacer bloque frente a los niños, es decir, tanto el padre como la madre deben tener la autoridad de crear los hábitos, y por lo tanto, no se debe devaluar a ninguna de estas figuras frente al niño.
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