Tras el terremoto y el tsunami, ocurridos en marzo de 2011 en Japón, se produjo un accidente en la central nuclear de Fukushima, lo que podría provocar peligros sanitarios y riesgos de un desastre en un futuro muy cercano. De hecho, durante un accidente nuclear, numerosas sustancias radiactivas pueden ser liberadas a la atmósfera. Las exposiciones a estas partículas radiactivas pueden tener efectos variables según la duración de la exposición, la naturaleza de la radiación y las personas afectadas.
El yodo radiactivo es uno de los componentes que puede ser liberado masivamente durante un accidente nuclear e inhalado o ingerido por las personas cercanas al lugar del accidente. Este yodo pasa a la sangre y se fija en la tiroides, lo que puede producir un cáncer de tiroides.
Este radioelemento, inhalado o ingerido por la población expuesta a la radiación, contribuirá más a la irradiación de esta población, lo que puede aumentar el riesgo de cáncer de tiroides.
La toma preventiva de pastillas de yodo no radiactivo permite saturar la glándula tiroides. Por lo tanto, el yodo radiactivo inhalado o ingerido durante la contaminación ya no se fijará en la glándula tiroides. Las partículas de yodo radiactivo son eliminadas al orinar, protegiendo de esta manera la aparición de un cáncer de tiroides.
La pastilla de yodo de 130 mg, en forma de yoduro de potasio, se toma una sola vez.
Esta pastilla puede ser tomada nuevamente si se requiere en los días siguientes.
Para los adultos, las mujeres embarazadas y los niños mayores de 12 años: una pastilla que se debe disolver en un vaso de agua.
Para los niños de 3 a 12 años: media pastilla.
Para los niños de 0 a 3 años: un cuarto de pastilla.
Todas las personas que viven cerca de una instalación nuclear deben tener a su disposición pastillas de yoduro de potasio.
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