Los lunares comunes suelen ser redondos u ovalados, con una superficie lisa y un borde definido. Generalmente, presentan un color rosado, tostado o castaño uniforme y miden menos de 5 milímetros de ancho. La mayoría de las personas tienen entre 10 y 40 lunares, y muchos se desarrollan hasta los 50 años.
Para determinar si un lunar es sospechoso, se puede aplicar la regla ABCDE:
Si un lunar presenta alguna de estas características, es recomendable consultar a un dermatólogo.
Aunque el especialista que consultaste consideró que tus lunares eran normales, si sigues preocupada, podrías buscar una segunda opinión con otro dermatólogo. Es importante prestar atención a los cambios en los lunares, como cambios en el tamaño, forma, color o textura. Si notas algún cambio en el color o la apariencia de algún lunar, si sangran, supuran, pican, tienen una apariencia escamosa, o se vuelven sensibles o dolorosos, es recomendable acudir al dermatólogo.
Es fundamental cuidar la piel y protegerla del sol, como mencionas que has estado haciendo desde niña. Realizar autoexámenes de la piel una vez al mes también es una buena práctica para detectar cambios en los lunares. En caso de que notes algún cambio o te preocupen tus lunares, no dudes en consultar a un especialista para obtener una evaluación adecuada.