Un apósito designa lo que colocamos sobre la piel para recubrir una herida. En 1870, cuando el sitio de París, un médico llamado Alphonse Guérin creó el apósito de algodón con el objetivo de proteger las heridas contra los gérmenes presentes en el ambiente. Además de impedir las infecciones o las irritaciones, los apósitos facilitan la cicatrización ya que la zona queda húmeda. Permite, también, absorver los pequeños sangrados que puedan aparecer. También puede servir para juntar los dos bordes de una gran herida. Finalmente, permite absorber los exsudados y previene, así, la maceración de los bordes.