Existen diferentes apósitos que se utilizan según las necesidades. Por ejemplo, en caso de contacto directo con la herida o como material de fijación y aguante.
Un apósito es un producto sanitario que se utiliza para recubrir y proteger una herida. El objetivo principal es favorecer la cicatrización de las heridas mediante la formación del nuevo epitelial (recubre el cuerpo) del tejido dañado.
Hay que tener en cuenta los factores que facilitan la cicatrización de las heridas: un medio húmedo (que permite la migración de las células), un pH ácido (que impide la colonización por parte de las bacterias), una tensión superficial en oxígeno baja (que favorece la revascularización) y un medio semioclusivo (que favorece la formación de colágeno y reduce la inflamación).
Los apósitos pasivos se utilizan para el tratamiento de las úlceras venosas. Entre los más utilizados se encuentran las gasas y las espumas, así como los apósitos tradicionales y especiales.
Los apósitos interactivos son más complejos que los apósitos pasivos. Sirven para mantener un ambiente húmedo en la úlcera. Entre este tipo de apósito, destacan el tull de petrolato, el tull de silicona, las espumas hidrofílicas y los apósitos transparentes no adhesivos. Los apósitos transparentes adhesivos no se usan por su riesgo de infección.
La elección de un apósito primario se basa en un análisis clínico de la herida. La prescripción de estos apósitos está reservada a los médicos o algunos enfermeros de unidades especializadas. La prescripción de los apósitos secundarios, como medios de fijación o aguante, puede ser realizada tanto por el médico como por el enfermero.
Entre los apósitos primarios, destacan los hidrocoloides, los hidrocelulares, los alginatos, las fibras de carboximetilcelulosa, los hidrogeles, los interfase y el carbón activo.
Un hidrocoloide es un tipo de apósito que se utiliza para la cura húmeda de una herida. Está formado por un elastómero autoadhesivo que tiene unas partículas absorbentes. Cuando estas partículas entran en contacto con las secreciones de la herida, se hinchan y se transforman en un gel que se extiende por la herida manteniendo su humedad. A la vez, esta estructura de gel retiene las secreciones de la herida, en las que se encuentran detritos, bacterias y toxinas.
Este ambiente húmedo generado por el hidrocoloide favorece la granulación y la formación de un nuevo epitelio a nivel de la herida, lo que acelera la cicatrización. Como ejemplo de apósito hidrocoloide existen las tiritas. Suelen utilizarse en pequeñas heridas, rozaduras y cortes, ampollas y callos. No es necesario que se cambien diariamente y pueden dejarse en la herida hasta una semana sin necesidad de colocar uno nuevo.
Los apósitos quirúrgicos tienen un núcleo de algodón revestido de malla de gasa tejida. Son absorbentes y esterilizados, suelen venir en sobres individuales. Antes de colocarlos se debe limpiar la herida con un antiséptico de calidad reconocida y aplicar después el medicamento que haya prescrito el médico. Después se debe abrir el sobre, retirar el apósito manipulándolo lo menos posible y aplicarlo sobre la herida creando, así, una barrera de protección contra posibles traumatismos y el medio ambiente. A menudo se sujeta, finalmente, con una venda, una cinta adhesiva u otro sujetador apropiado.
Existen múltiples aplicaciones de acuerdo a la prescripción del médico. Por ejemplo, suelen utilizarse en las heridas después de la cirugía o del parto, aunque también están indicados en las escaras, úlceras y quemaduras.
Para las heridas crónicas sin distinción de la fase de cicatrización se recomiendan los apósitos hidrocoloides; en las heridas agudas sin distinción de fase de cicatrización, los apósitos hidrocelulares y los apósitos de fibras de carboximetilcelulosa; y en las heridas crónicas en fase de detersión (limpia), los apósitos de alginatos y secuencia alginato (en fase de detersión), seguido de hidrocoloide (en fase de brotadura).
En las heridas agudas (como los sinus pilonidalis operados, los trasplantes cutáneos, las tomas de trasplantes, las quemaduras, las mordeduras y las heridas posquirúrgicas en cicatrización dirigida) en fase de epidermización se recomienda utilizar interfases; en situaciones de piel frágil (como en el caso de epidermolisis con ampollas) utilizar interfases.
En las heridas crónicas (como los pies diabéticos, un muñón de amputación, las úlceras en las piernas o las escaras) en fase de detersión se aconseja utilizar hidrogeles; en las heridas crónicas en fase de brotadura, utilizar interfases e hidrocelulares; en las heridas crónicas en fase de epidermización, utilizar interfases e hidrocoloides.
En situaciones de heridas hemorrágicas utilizar alginatos; en las heridas cancerosas malolientes utilizar apósitos a base de carbón activo.
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