Un prurito, es decir, un picor en el curso del embarazo puede tener diferentes orígenes. Lo más frecuentes es que se trate de un problema de sequedad cutánea de origen hormonal. Aunque desagradable, no tiene repercusiones sobre el embarazo. También puede tratarse de un prurito debido a un problema de colestasis intrahepática (ictericia). En estos casos el control del médico es necesario porque esta patología aumenta el riesgo de prematuridad. Finalmente el prurito puede deberse a un herpes en cuyo caso es necesaria una hospitalización.