Decimos que una sustancia es parasimpaticolítica cuando impide el funcionamiento normal del sistema nervioso parasimpático. Este sistema es el que regula, junto con el sistema simpático, el funcionamiento de los órganos que no están controlados por la voluntad (corazón, intestinos, hígado, etc.). La atropina, por ejemplo, es una parasimpaticolítico que se utiliza por sus propiedades antiespasmódicas: al bloquear el sistema parasimpático permite, entre otras cosas, aliviar los dolores de estómago.