La disnea o dificultad para respirar se define como una "sensación subjetiva de dificultad respiratoria o respiración anormal (no atribuible al esfuerzo físico) y con amenaza de peligro vital". Cuando aparece de forma rápida y brutal en un paciente que previamente respiraba bien
hablamos de disnea aguda.
Cuando la disnea tiene una causa psicógenas o psicológica hablamos de disnea suspirosa o de angustia. Puede aparecer acompañando a una neurosis, a situaciones de estrés, de un cuadro emocional reciente, etc.
La descarga de adrenalina es la causa de las manifestaciones corporales de la ansiedad: taquicardia, respiración rápida y superficial (compensada con un suspiro de vez en cuando), sudoración, sequedad de boca, temblor, escalofríos, sensación de “vacío” en la boca del estómago, aumento de la presión arterial, aumento de la combustión de la glucosa, contracción de algunos esfínteres (lo que puede causar necesidad de orinar, o de defecar), dilatación de pupilas (lo que puede causar visión borrosa), tensión muscular (lo que suele causar inestabilidad y, con el tiempo, dolores).
El trastorno de la respiración o disnea suspirosa suele ser la más frecuente manifestación física ligada a la ansiedad. Es la más frecuente, pero no la única. La ansiedad es una reacción de alarma ante lo desconocido, cuya respuesta es doble: psíquica (la preocupación o impaciencia) y física (con la activación múltiples reacciones del organismo como defensa ante lo imprevisto). El cerebro pone en marcha la respuesta de ansiedad como un estado de suma vigilancia, de alerta crispada, al tiempo que, a través de las descargas de adrenalina, prepara al cuerpo para lo que pueda ocurrir.
Es importante antes de decidir que se trata de una disnea de origen psicológico poder descartar otras causas de disnea o dificultad para respirar. Con frecuencia se deben emplear algunas pruebas complementarias como un electrocardiograma o una espirometría para medir la capacidad ventilatoria.
Al ser su origen psicológico el tratamiento médico consiste en el empleo de fármacos que “recuperan” la serotonina. El tratamiento psicológico más habitual consiste en educar el autocontrol. El paciente debe aprender técnicas de control emocional que le permiten afrontar (en vez de evitar) las situaciones que le despiertan ansiedad.
El tratamiento médico debe durar meses, o años (depende de la gravedad del problema y del tiempo de evolución del mismo). La psicoterapia suele ser breve (entre cuatro y doce meses por término medio) dependiendo de la personalidad básica de la persona tratada y de su capacidad para el aprendizaje.