Las feromonas son sustancias químicas que envían señales a los miembros de la misma especie.
Las señales enviadas por las feromonas podrían servir para muchos propósitos: la demarcación del territorio (como en el caso de los perros y gatos a través de la orina) o para marcar un sendero de alimentos. El propósito más conocido y que siempre ha atraído la mayor atención es el uso de feromonas como medio de atracción sexual.
Las feromonas son sustancias derivadas de las hormonas y que percibimos de manera inconsciente. Nos indican de quién debemos enamorarnos. Algunos encuentran una explicación a este fenómeno en la ilusión del encuentro romántico entre dos personas. La ciencia, sin contradecir en realidad ninguna de estas dos teorías, reafirma que el amor es antiguo y, en cierta forma, muy selectivo. Las feromonas actúan en la corteza cerebral provocando el estado de encantamiento que impulsa una visión mágica y —a menudo— idealizada de la pareja.
Las feromonas como un atrayente sexual se identificaron en 1956. La mayoría de las personas dice haberse enamorado unas pocas veces en su vida. De hecho, después de los primeros encuentros, una frase típica es decir que se siente como si se hubiese conocido al otro desde hace mucho tiempo.
Las feromonas, causantes de la atracción, explican el fenómeno: todo animal las emite y, aunque el ser humano no las percibe conscientemente, estaría determinado por sus efectos. De hecho, según los estudios, existen varios tipos de feromonas y cada ser humano posee receptores específicos para solo algunas de ellas. Así, cuando dos personas se enamoran, se produce una reacción similar a la que produce una llave usada en el candado adecuado.
Las feromonas —causantes al menos del primer interés en acercarse al otro— son derivados de las hormonas sexuales. En el caso de los hombres, es fundamental la acción de la DHEA (dehidroepiandrosterona), que proporciona al organismo los andrógenos y —en consecuencia— las otras hormonas masculinas. Para el caso de la mujer, los estrógenos y la progesterona son los encargados de darle el encanto femenino y de regular sus deseos sexuales.
La medicina actual sabe que existen ciertos alimentos que elevan la cantidad de feromonas. Los productos diet pertenecen a esta categoría e igual cosa sucede con el chocolate (se cree que es la razón que motiva a los enamorados a regalárselos).
En el estado de enamoramiento, el efecto de las feromonas se mezcla con el de un neurotransmisor conocido como dopamina. Este controla todas las reacciones sicológicas y neurológicas del individuo y en los amantes acentúa el sentimiento de euforia por el tesoro encontrado. Además, las características atribuidas por la comunidad científica a las feromonas avalan la posibilidad de que el amor —o al menos el enamoramiento— puede darse a primera vista o, mejor dicho, al primer olfateo.
El humano sentimiento del amor parece estar protegido contra la amenaza de una industria que pudiese fabricar feromonas sintéticas para enamorar o ser enamorado. Y dado que para cada receptor existen sus propias substancias, cada persona tendría aseguradas, al menos, unas cuantas personas de quienes enamorarse.
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