El suicidio es el acto por el que una persona decide, voluntariamente, quitarse la vida. Se trata de un término que proviene de dos vocablos latinos cuya traducción aproximada es "matarse a sí mismo".
El suicidio es la principal causa de muerte no natural a nivel mundial. En México es la cuarta causa de muerte.
Las personas que intentan suicidarse están tratando de alejarse de una situación o algún problema de la vida que creen que no son capaces de resolver.
Los trastornos psicológicos como los trastornos bipolares, el trastorno límite de la personalidad, la depresión, el trauma emocional y la esquizofrenia son una de las causas de suicidio.
El consumo de alcohol o drogas también puede inducir al suicidio.
Los problemas financieros graves o las relaciones interpersonales (divorcio, muerte de un ser querido) son uno de los motivos más frecuentes de suicidio.
Asimismo, diversas circunstancias como el envejecimiento (los ancianos tienen una alta tasa de suicidios), una enfermedad física grave, el desempleo, los sentimientos de rechazo, pérdida o soledad, sentirse avergonzado, culpable o una carga para los demás pueden conducir a una decisión tan drástica como es el suicidio.
Existen numerosos factores que predisponen a los adolescentes al suicidio.
La tasa de suicidios es mayor entre las personas con antecedentes de suicido de un miembro de la familia o con antecedentes de autoagresión deliberada, antecedentes de abandono y de maltrato.
El suicidio es más frecuente entre las personas que viven en comunidades donde se han suicidado jóvenes anteriormente.
El bullying o acoso escolar, una ruptura sentimental difícil y el acceso a armas de fuego también contribuyen al suicidio.
Muchos intentos de suicidio no terminan en muerte, sino que son llamadas de atención en las que el rescate es posible. Por eso, nunca se debe ignorar una amenaza o un intento de suicidio.
Estos intentos son un grito en busca de ayuda. Algunas personas intentan suicidarse de una forma que, en raras ocasiones, conduce a la muerte, como por ejemplo el envenenamiento o la sobredosis.
Los hombres suelen escoger métodos más violentos de suicidio, por lo que sus intentos tienen más probabilidades de conducir a la muerte.
En ocasiones, las personas que piensan suicidarse muestran ciertos síntomas o comportamientos antes de un intento de suicidio, por ejemplo, tienen dificultades para concentrarse o para pensar claramente, regalan sus pertenencias u objetos mas queridos, hablan de "marcharse" o de la necesidad de "dejar todos los asuntos en orden".
Otras señales de alarma son los cambios repentinos de comportamiento de una persona (la calma después de un período de ansiedad), una pérdida de interés en las actividades con las que solía disfrutar, los comportamientos autodestructivos (tomar alcohol en exceso, consumir drogas ilícitas o autolesionarse), alejarse de los amigos o no querer salir y tener dificultades repentinas en el colegio o en el trabajo.
Una persona que planea suicidarse suele hablar de la muerte o el suicidio, declarar el deseo de hacerse daño y llegar a comprar un arma o muchas pastillas para quitarse la vida.
Las personas que intentan cometer suicidio pueden necesitar hospitalización para ser tratados y reducir el riesgo de futuros intentos.
La terapia es una de las partes más importantes del tratamiento. Se debe valorar y tratar cualquier trastorno de salud mental que pueda haber llevado al intento de suicido.
No se pueden prevenir todos los suicidios, pero sí la mayoría. Muchos suicidas dan avisos evidentes de sus intenciones.
A nivel comunitario y nacional se pueden tomar medidas para reducir el riesgo de suicidio como reducir el acceso a los medios para suicidarse (pesticidas, medicamentos y armas de fuego) o fomentar un tratamiento responsable del tema en los medios de comunicación.
También se debe tratar a las personas con trastornos mentales, particularmente a quienes padecen depresión, alcoholismo o esquizofrenia
Las autoridades competentes tienen que lanzar campañas contra el abuso de alcohol y el consumo de drogas
Asimismo, hacer un seguimiento correcto de los pacientes que han intentado suicidarse y formar a los profesionales de la atención primaria de salud son dos medidas clave contra el suicidio. Se debe también concienciar a la población sobre la importancia de tomarse en serio todas las amenazas de autolesión.
Es importante tener en cuenta que muchos suicidios se producen en una fase de mejoría, cuando la persona tiene la energía y la voluntad suficientes para convertir sus pensamientos desesperados en una acción destructiva.
No obstante, una persona que alguna vez haya tratado de suicidarse no tiene por qué estar necesariamente siempre en riesgo. Los pensamientos suicidas pueden reaparecer, pero no son permanentes y en muchos casos no vuelven a reproducirse.
Cerca de un tercio de las personas que tratan de suicidarse lo intentarán de nuevo en un periodo inferior a un año y alrededor del 10 % de las personas que amenazan con el suicidio o intentan suicidarse finalmente se quitan la vida.
Por estos motivos, cuando se es amigo, miembro de la familia o se conoce a alguien que cree que quiere suicidarse, se recomienda siempre buscar ayuda profesional y cualificada. Por ejemplo, los centros de prevención del suicidio tienen servicios de línea telefónica directa.
Para evitar que niños y adolescentes lleven a cabo planes suicidas, los medicamentos deben guardarse en una parte alta y bajo llave.
Tampoco debe almacenarse alcohol o armas de fuego en casa, pero si es inevitable, se deberán guardar bajo llave. En el caso de las armas de fuego, es necesario asegurarse de que están descargadas.
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