El té es, después del agua, la bebida más consumida en todo el mundo. Pasamos a describir algunas de sus propiedades más relevantes. El té negro y el té verde provienen del mismo árbol, pero se diferencian en que el té negro posee un aspecto y un sabor distinto, debido a que ha sido fermentado. Tiene un índice de teína algo más elevado que el resto de los tés aunque es muy rico en minerales como el cinc, calcio, cromo, magnesio, manganeso, hierro, potasio, fósforo, flúor y aluminio.
Al poseer una gran cantidad de polifenoles, el té negro tiene una gran capacidad para proteger al organismo contra los radicales libres. Estos, generalmente, son una de las principales causas a la hora de debilitar las defensas. Además, previene el envejecimiento y ayuda contra los problemas degenerativos del sistema cardiovascular
Al tener una buena concentración de taninos, que son los que le otorgan un sabor amargo, su consumo es ideal para combatir la diarrea o la gastritis.
Favorece la eliminación de líquidos del organismo. Es reconfortante y bajo en calorías: es muy bajo en calorías y aporta una gran sensación de saciedad, lo que lo convierte en ideal para reemplazar otras bebidas que sí te aportan mayor cantidad de calorías.
El té negro posee sustancias activas que animan a despertar tanto como cuerpo como la mente lo que lo hace ideal para el desayuno o para después de las comidas.
Los compuestos polisacáridos del té negro tienen importantes propiedades inhibitorias de la glucosa y su absorción por lo que pueden ayudar en el manejo de la diabetes.