Las conductas antisociales varían de unos niños a otros aunque tienen en común conductas a menudo violentas y de oposición a cualquier norma. Infringen las reglas sociales, suelen presentar comportamientos agresivos, manifestaciones de ira y rabia continuadas. No aceptan someterse a las normas. La mayoría tiene problemas en el colegio tanto con respecto a la conducta como en lo que se refiere al rendimiento escolar. El absentismo escolar es frecuente. Tienen dificultades a la hora de resolver sus problemas.
Suelen comportarse de manera ofensiva. Son mentirosos, roban y se peleen con frecuencia. No muestran ningún tipo de consideración hacia los demás, tienen una gran falta de empatía con las personas de su entorno. Tienen actitudes resentidas: suelen ser vengativos y sus enfrentamientos pueden llegar a ser muy peligrosos. En casos extremos pueden cometen agresiones sexuales.
Ha demostrado ser muy efectivo en disminuir la conducta agresiva y provocativa de los niños. Consiste en enseñar y adiestrar a los padres para que desarrollen conductas prosociales con sus hijos. Enseñarles pautas de educación y estilos educativos más adecuados, informarles sobre técnicas disciplinarias que pueden utilizar con sus hijos.
Las terapias de conducta son muy efectivas para el tratamiento de conductas específicas. Deben ser aplicadas en el marco de centros especialmente dedicados al acogimiento, tratamiento y reinserción de los niños con tales alteraciones. Su efectividad aumenta aún más si se combina con el adiestramiento de los padres. Deben ser aplicadas por un equipo de profesionales especialistas en la materia.
A los niños con conductas antisociales se les debe enseñar técnicas para resolver los conflictos. Un método que está resultando muy eficaz es el del desarrollo de un dialogo interno que ayuda a ir asimilando situaciones conflictivas y buscar diferentes soluciones para enfrentarse a las mismas. Es muy importante concienciarles de que la agresión no es producida solamente por las situaciones ambientales, sino sobre todo por la forma en que percibimos e interpretamos esas situaciones. Las personas conflictivas tienen cierta tendencia a atribuir intenciones hostiles en los demás y suelen estar siempre a la defensiva.
No existe un tratamiento farmacológico especializado para este tipo de trastorno. En algunos casos se pueden administrar determinados fármacos como el haloperidol y el carbonato de litio sobre todo para controlar las conductas agresivas.
Es muy importante el apoyo institucional. En muchos casos la única solución es separar a los niños de sus padres o de su entorno familiar. Es una forma de reducir las influencias negativas que ejercen los padres sobre sus hijos.