La otoplastia designa la intervención de cirugía estética o reparadora de las orejas de soplillo, pero también las orejas que sufren de otras malformaciones.
La hospitalización se efectúa habitualmente de forma ambulatoria, es decir entrada y salida el mismo día de la operación después de algunas horas de vigilancia.
La duración de la intervención dura entre 45 minutos y 1 hora dependiendo del cirujano y las anomalías que hay que corregir.
No existe una sola técnica de remodelación y cada cirujano adapta su técnica a cada paciente. La intervención se divide en varias etapas.
La incisión cutánea se realiza en el surco retroauricular, es decir en el pliegue natural situado detrás de la oreja. A veces, durante grandes hipertrofias, una incisión suplementaria puede ser realizada en la cara anterior del pabellón, pero esta cicatriz de incisión es totalmente disimulada en los pliegues naturales de la oreja.
El cirujano accede al cartílago desprendiendo la piel gracias a la incisión anteriormente efectuada. De este modo, la remodelación cartilaginosa puede ser realizada, haciendo una resección o modelado del cartílago (corrección de la hipertrofia del caracol), corrección de los relieves y de las deformaciones.
El ángulo retroauricular es reducido y el pabellón es reposicionado en relación al cráneo y es fijado mediante puntos profundos.
Un plazo de uno o dos meses es necesario para apreciar el resultado final. Los tejidos son flexibilizados, los relieves naturales son delimitados y el edema consecutivo a la operación es reabsorbida.
Una corrección acertada de las orejas no debe revelar una intervención de otoplastia. Las orejas deben estar en armonía perfecta con el resto de la cara y las anomalías son corregidas. Las orejas después de la intervención son simétricas, bien situadas, de tamaño y de aspecto normal, con un caída natural.