La cocaína, polvo blanco extraído de la hoja de coca, es una droga dura cada vez más consumida. Sus efectos sobre la salud son más dañinos cuando se combina con otros productos, como la fenacetina, analgésico ya no comercializado por sus efectos cancerígenos. Esta droga provoca un sentimiento de euforia y de potencia intelectual y física pero también una indiferencia al dolor y al cansancio.
La cocaína puede provocar estados de ansiedad profunda acompañados por episodios de gran pánico y de estados depresivos, ataques epilépticos y alergias. Lesiones perforantes pueden aparecer sobre los tabiques nasales.
La cocaína puede provocar problemas cardiacos, particularmente en los fumadores. Pueden aparecer una angina de pecho, trastornos del ritmo cardíaco, dolores torácicos y un infarto.
Los consumidores de cocaína pueden presentar trastornos del humor, actos de violencia y de agresión sexual, episodios de delirios paranoicos y ataques de pánico. Además, el consumo de esta droga causa rápidamente una dependencia.
El uso de las jeringas puede ser un factor de transmisión de hepatitis B y C y del virus VIH.
La mezcla de alcohol y de cocaína puede provocar anomalías hepáticas y un coma etílico. Además, el riesgo de desarrollar una dependencia alcohólica se agrava.
Una mujer embarazada que consume esta droga puede tener un aborto espontaneo o un parto prematuro. Su bebé corre el riesgo de sufrir un retraso de crecimiento así como problemas cardíacos y trastornos neurológicos.
Según el Dr. Yu-Ching-Cheng, al principio de un estudio que evalúa los riesgos de aparición de un AVC en los consumidores de cocaína y que fue presentado en el congreso de American Strocke Association, "aspirar la cocaína aumentaría este riesgo en un 700 % en 24 horas. Este riesgo, está particularmente relacionado a la constricción de los vasos sanguíneo y a un aumento de la presión arterial, parece superior a otros factores de riesgos bien conocidos que son el tabaquismo, la diabetes y la hipertensión arterial.