La fatiga o cansancio es un evento que puede tener docenas de causas, que van desde las más cotidianas hasta las más severas. De hecho, la fatiga es un denominador común de muchas enfermedades y condiciones. A continuación, te brindamos una lista parcial de las enfermedades relacionadas con la manifestación de este síntoma y algunas indicaciones para saber cuándo consultar a un médico.
La fatiga o astenia es uno de los motivos de consulta médica más frecuente, esté o no asociada con otros síntomas. A diferencia de la fatiga, la astenia no disminuye de forma sistemática en situación de descanso y, a menudo, está vinculada a enfermedades orgánicas. Es necesario consultar al médico en caso de aparición repentina de fatiga o astenia, si no están relacionadas con factores evidentes como la falta de sueño o enfermedades ya reconocidas. La manifestación de otros síntomas, como pérdida de apetito, adelgazamiento o fiebre, también debe ser una señal de advertencia.
Las posibles causas de la fatiga o astenia son numerosas.
Ciertamente, los problemas de sueño deben incluirse entre la posibles causas. Trastornos como dificultad para dormir, insomnio y despertar temprano por la mañana; alteración de los ritmos circadianos (por ejemplo, trabajar en la noche o el jet lag), apnea del sueño y la hipersomnia pueden ser causas relacionadas con la fatiga.
Estados relacionados con el síndrome depresivo de intensidad moderada o mayor, el exceso de trabajo (agotamiento profesional), mucho estrés (por lo general, acumulado) y ataques de pánico son algunos de los generadores de grandes episodios de fatiga.
Una dieta desequilibrada (deficiencia de proteínas, fibras, vitaminas y oligoelementos); tomar medicamentos antihipertensivos; infecciones (virales, bacterianas o parasitarias); trastornos metabólicos y enfermedades endócrinas (como hipotiroidismo y el hipertiroidismo); embarazo; patologías neurológicas (por ejemplo, la esclerosis múltiple) y musculares (como fibromialgia); cáncer y tratamientos relacionados con ella como la quimioterapia; trastornos de la sangre (linfomas o anemia); hepatitis B y hepatitis C; enfermedades inflamatorias (como la artritis); el envejecimiento; estado sedentario y falta de actividad física regular son solo algunas de las causas de la fatiga física y crónica (la lista no es exhaustiva).
Nunca se debe subestimar la fatiga ya que, como se ha mencionado, a excepción de los casos evidentes como la falta de sueño y las manifestaciones de la gripe, puede ser un síntoma real originado en las enfermedades más o menos graves. Consultar a un médico ha de preferirse, pues él puede decidir si se debe o no realizar un análisis.
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