Investigadores ingleses de la Mailman School of Public Health concluyeron que los niños expuestos durante el embarazo de su mamá a niveles elevados de ftalatos o cuando la futura mamá utilizaba productos domésticos o perfumes presentaban un riesgo suplementario en más del 70 % de desarrollar asma.
Los ftalatos son productos químicos que permiten a los perfumes y desodorantes quedarse en suspensión en el aire. Estos perturbadores endocrinos se encuentran por todas partes en nuestra vida cotidiana como en envases alimentarios de plásticos, cortinas de ducha, productos de cuidado, disolventes para barnices, revestimientos del suelo de vinilo, pero también en medicamentos.
El feto es muy frágil en el transcurso del embarazo, sobre todo en los primeros meses y su exposición a los ftalatos a través de la futura mamá puede ser la causa de ciertas patologías infantiles como el asma.
Los investigadores siguieron a 300 mujeres embarazadas y luego a sus niños. Midieron en sus orinas sus niveles de exposición a 4 ftalatos sospechosos. Las muestras fueron tomadas en las mamás en el tercer trimestre de embarazo y en sus niños, a la edad de 3, 5, y 7 años.
Luego compararon la incidencia del asma en estos niños entre los 5 y 11 años en función a los niveles de exposición de sus madres.
Los resultados revelan que todas las muestras de orinas, de las madres y de sus niños, contenían metabolitos para los 4 ftalatos estudiados, cerca de un tercio de los niños presentaban asma y el 20 % tenían manifestaciones de respiración sibilante.
Un estudio anterior ya había demostrado que la exposición al bisfenol A durante la infancia aumentaba el riesgo de asma. Otro estudio en ratas demostró que una exposición a dosis bajas de bisfenol A, antes y justo después del nacimiento, aumentaba el riesgo de intolerancia alimentaria a la edad adulta.
Numerosos factores pueden ser la causa de un riesgo suplementario de desarrollar asma en el futuro bebé, principalmente el tabaquismo de la futura mamá, el primer contaminante del futuro bebé. En efecto, La nicotina pasa a través de la placenta y es absorbida por el feto, provocando el tabaquismo pasivo en el útero y provocar una disminución de peso del bebé.
Un estudio publicado en 2012 por investigadores estadounidenses puso en evidencia una disminución funcional respiratoria en los niños nacidos de la segunda generación de fumadores. El asma provocada por la nicotina podría transmitirse de una generación a la otra.
Expertos ingleses demostraron que una exposición al COV orgánico volátil, compuestos en el entorno de la futura mamá o al principio de la vida del bebé es la causa de un riesgo de desarrollar alergias y asma. Por otra parte, la exposición de las mamás a los productos con cloro presentes en las piscinas también podría ser un factor de riesgo suplementario.
La contaminación atmosférica y la obesidad representan otros factores de riesgo.
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