El ganglio centinela es el primer ganglio linfático que encuentran las células tumorales al intentar diseminarse a través de la linfa. El cáncer puede diseminarse a través de la sangre y de los vasos linfáticos. Una vez extirpado el ganglio centinela se analiza en el laboratorio y así se puede saber si contiene o no células tumorales. Cuando el ganglio centinela es positivo indica que la enfermedad puede haberse extendido a otras áreas del organismo. Con esta información tan valiosa el oncólogo podrá prescribir el tratamiento más adecuado.
El procedimiento para detectar el ganglio centinela y, por tanto, su afectación, comienza el día anterior a la operación quirúrgica, con la realización de una linfogammagrafía al paciente.
En el caso del cáncer de mama, la principal ventaja que aporta el ganglio centinela es evitar la extirpación completa de los ganglios linfáticos de la axila en caso de que no esté afectado. Así se evitarán las complicaciones en este brazo como la retención de líquidos e hinchazón (linfedema), la falta de sensibilidad en la piel del antebrazo o la disminución de la movilidad del brazo. La cirugía de la mama será menos agresiva para la paciente y la recuperación y la calidad de vida posterior serán mejores.
En el melanoma, el ganglio es el primer lugar afectado en las metástasis o extensión de la enfermedad a otros órganos. Por ello, está indicado dentro del tratamiento quirúrgico realizar la extirpación del ganglio centinela. Resulta clave para la curación.
A través de una linfogamagrafía. La inyección del radiofármaco debe practicarse media hora antes de proceder a la linfogammagrafía. Al día siguiente, durante el acto operatorio, se inyectará en el tumor una sustancia colorante (azul de metileno u otras), que migrará hasta el primer ganglio linfático o ganglio centinela de la zona más próxima a la masa tumoral.
La sustancia tiñe de azul el ganglio o los ganglios centinelas de forma que quedan visualmente marcados, facilitándole al cirujano su localización. Mediante la utilización intraoperatoria de una sonda conectada a un detector de radiaciones gamma, el especialista localiza el ganglio centinela donde permanece el radiofármaco inyectado el día anterior. La sonda emite un pitido que se hace más intenso cuanta mayor concentración del isótopo radiactivo detecta.
De esta forma, el cirujano puede determinar con exactitud la situación del ganglio centinela y extirparlo para su posterior análisis. Una vez extraído, el nódulo se somete al examen de un anatomopatólogo, quien comprobará si aparece afectado o no por células tumorales.