Las diferentes etapas después de una violación

La violación, a pesar de ser una experiencia muy traumática y con secuelas para la víctima, puede superarse con ayuda especializada.

Los datos son alarmantes: tres mujeres son violadas cada minuto en todo el mundo. En efecto, la violación es una realidad dolorosa que no podemos negar. Además, las víctimas viven una experiencia muy traumática cuyas consecuencias pueden prolongarse en el tiempo y causar daños psicológicos (solamente el 20 % de las víctimas no muestra síntomas un año después de la agresión). No obstante, esta difícil situación puede superarse con ayuda adecuada y especializada.

Primera etapa o etapa de crisis

Esta estapa abarca desde el momento de la violación hasta aproximadamente dos años después. Se caracteriza por la aparición de dolores corporales generalizados o en los genitales, así como heridas en otras partes del cuerpo. Es importante reaccionar rápidamente para detectar posibles infecciones de transmisión sexual o un embarazo, sobre todo si la víctima estaba en período fértil.

Después de una violación pueden aparecer alteraciones del sueño y estados de vigilia prolongados o alteraciones alimenticias, especialmente si hubo sexo oral.

Ante el fuerte shock emocional causado por una violación, la víctima se sume en una profunda tristeza que puede desencadenar una fuerte depresión. También es habitual que la víctima se despierte llorando o profundamente alterada.

Algunas mujeres que han sido víctimas de violaciones experimentan un bloqueo emocional ya que se sienten culpables de lo que pasó, creen que su vida no vale nada y que nadie les puede ayudar. Otras mujeres, en cambio, reaccionan de forma opuesta. Es decir, no bloquean las emociones que sienten sino que son capaces de reflexionar e identificar claramente dónde vivieron la agresión, a qué hora ocurrió lo que les permite buscar ayuda o denunciar al violador.

Segunda etapa

Abarca un período de dos a cuatro años después de la agresión. En esta etapa, la mujer violada no solo puede experimentar problemas para relacionarse con la pareja sino que además puede desarrollar mecanismos de defensa debido a la ansiedad y angustia que han vivido.

Estos mecanismos consisten en racionalizar y proyectar la ansiedad en otra persona, lo que les permite reducir la angustia y moverse en la vida cotidiana. La mujer violada sufre altibajos emocionales, es decir, pasa de la alegría al llanto o al enojo. No sabe cómo gestionar las emociones derivadas de la violación. Los sentimientos que genera la violación son similares a los que tienen las personas que viven un terremoto o una guerra. Es un trauma muy fuerte.

La mujer empieza a darse cuenta de que la violación está afectando a su estabilidad emocional y decide buscar ayuda. Deberá dejarse acompañar por personal especializado que le ayudará a exteriorizar estas emociones negativas.

Tercera etapa

En esta etapa se encuentran aquellas personas que sufrieron una violación hace cinco, veinte o treinta años. Es importante ayudarles a entender qué significó para ellas esta experiencia. Algunas personas que han sufrido tocamientos en la infancia no se sienten violadas pero sí les genera ciertos problemas emocionales.

Se considera que un niño o adolescente ha sufrido violencia sexual cuando se le ha mostrado pornografía en revistas, cuando ha sufrido tocamientos sexuales por parte de un adulto o cuando un adulto le haya obligado a tocarle los genitales.

Ciertas personas intuyen que han vivido una situación de violencia sexual cuando ven un programa en la televisión o leen un artículo en una revista. A partir de ese momento pueden sufrir una crisis y padecer alguno de los síntomas propios de la primera etapa. Los síntomas físicos incluyen colitis, gastritis, hipertensión y problemas de alimentación (sobrepeso o anorexia). Los síntomas psicológicos se relacionan con trastornos sexuales como anorgasmia, dispaurenia (dolor al tener relaciones sexuales), vaginismo (ardor) o no sentir nada al tener relaciones sexuales.

A menudo, las mujeres que han sufrido violaciones se niegan a realizarse exámenes ginecológicos alegando sentir miedo a que les toquen los genitales. Asimismo, son incapaces de disfrutar de su sexualidad aunque hayan pasado años desde la violación.

Foto: © Pixabay.

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