Los ácaros son arácnidos que miden menos de un milímetro de longitud y que parasitan otros animales o plantas.
Los ácaros son arácnidos que viven entre dos y tres meses y se reproducen muy rápidamente cuando encuentran las condiciones favorables de temperatura y humedad.
Existen más de 50.000 variedades de ácaros. Los más abundantes son los dermatophagoides pteronissimus conocidos con el nombre de ácaros del polvo de la casa y los dermatophagoides farinae, prácticamente inexistentes a más de 1.800 metros de altitud.
Los ácaros habitan en el interior de todas las casas, incluso en las más limpias. Se les puede encontrar entre la ropa de cama, en las cortinas, peluches, colchones, alfombras, moquetas, etc.
Un gramo de polvo puede contener entre 2.000 y 10.000 ácaros. Su presencia no significa necesariamente que la habitación no esté limpia. Un colchón puede contener dos millones de ácaros, por lo que es posible encontrar 4.000 ácaros a cada paso.
Los ácaros que viven en los lugares de almacenamiento, a diferencia de los ácaros domésticos del polvo de la casa, se alimentan de harina, granos y cereales. El ácaro siro, por ejemplo, vive en la superficie de algunos quesos.
Estos ácaros provocan los mismos síntomas que los ácaros domésticos.
Los ácaros se alimentan de los restos de la descamación humana, cabellos y uñas.
Concretamente, estos arácnidos se alimentan de 50 millones de escamas cutáneas que eliminamos mientras dormimos. En efecto, 0,25 gramos de escama puede alimentar a varios millones de ácaros durante tres meses.
Los ácaros se reproducen a una velocidad vertiginosa ya que la hembra pone de 20 a 80 huevos que alcanzan la edad adulta en tres meses.
Una tasa de 2 mg de ácaros por cada gramo de polvo puede causar alergia en una persona predispuesta y 10 mg por cada gramo de polvo puede provocar una crisis de asma.