La epilepsia es causa de minusvalía que se caracteriza por crisis epilépticas repetidas y crónicas, que pueden llegar a agravarse en su forma aguda. En España existen entre 200.000 y 400.000 personas que padecen algún tipo de epilepsia. Una sola convulsión no se considera epilepsia: las personas que padecen epilepsia son aquellas que tienen repetidos episodios de convulsiones. La epilepsia no es una enfermedad mental y no es una señal de baja inteligencia. Tampoco es una enfermedad contagiosa.
Existen muchos tipos de epilepsias que se agrupan en la Clasificación Internacional de las Epilepsias y Síndromes Epilépticos. Un síndrome epiléptico incluye varios factores a tener en cuenta: los tipos de crisis, sus causas , su localización anatómica, los factores que las desencadenan, la edad de presentación, su severidad, su cronicidad, su relación con el ciclo del sueño y su pronóstico. En esta clasificación se sigue utilizando la división en los dos tipos de epilepsia mas importantes: las epilepsias con crisis parciales y las epilepsias con crisis generalizadas.
La gran mayoría de los pacientes epilépticos pueden llevar una vida normal pero también hay que tener en cuenta que las personas con epilepsia tienen un riesgo mayor de sufrir dos situaciones peligrosas: el estado epiléptico (el paciente tiene una convulsión anormalmente larga o no recupera totalmente la conciencia entre las convulsiones) y la muerte súbita inexplicada. Por lo tanto la epilepsia, en determinados casos, puede causar la muerte. Son raras y no se conocen con certeza las razones que pueden provocarla pero las personas con epilepsia tienen un mayor riesgo de muerte súbita. A esta condición se le denomina muerte súbita inexplicable y no sólo puede afectar a las personas epilépticas, también puede ocurrir en personas que no sufren esta enfermedad aunque es dos veces más probable que afecte a personas que la sufren. Las causas no se conocen con certeza pero un estudio sugirió que el uso de más de dos medicamentos anticonvulsivos podría ser un factor de riesgo.
El síntoma mas característico y principal de la epilepsia son las convulsiones. Existen convulsiones de varios tipos. Las dos mas importantes son las crisis parciales y las crisis generalizadas.
Las crisis parciales se producen a causa de la actividad anormal en una sola parte del cerebro. También se denominan «convulsiones focales» y pueden cursar con o sin pérdida de conocimiento. En las que no se pierde el conocimiento pueden aparecer emociones o cambiar la manera de ver, oler, sentir, saborear o escuchar, movimientos espasmódicos involuntarios de una parte del cuerpo, como un brazo o una pierna y síntomas sensoriales espontáneos como hormigueo, mareos y luces parpadeantes. En las que cursan con pérdida de conocimiento el paciente puede mirar fijamente en el espacio y no responder a su entorno o realizar movimientos repetitivos como frotarte las manos, mascar, tragar o caminar en círculos. Los síntomas de estas convulsiones focales pueden confundirse con otros problemas neurológicos como la migraña, la narcolepsia o ciertas enfermedades mentales por lo que es importante hacer un buen diagnóstico diferencial.
Las convulsiones generalizadas se producen en todas las áreas del cerebro. Existen seis tipos diferentes que son las crisis de ausencia, las crisis tónicas, las crisis atónicas, las crisis clónicas, las crisis mioclónicas y las tonicoclónicas. Estas últimas son las mas graves y pueden causar pérdida abrupta de conocimiento, rigidez y sacudidas del cuerpo y, en ocasiones, pérdida del control de la vejiga o mordedura de la lengua.
El dato más positivo de esta dolencia es que el 80% de quienes la sufren en la infancia la superan al pasar a la edad adulta. Para ello, es muy importante detectarla a tiempo. En cambio entre el 10 y el 20% de los niños padecen la llamada epilepsia "refractaria" que es irreversible y grave y necesita tratamiento con fármacos de por vida, dietas especiales con disminución del aporte calórico e incluso intervenciones quirúrgicas.
En los niños podemos encontrar varios tipos de epilepsia. En las crisis de ausencia el niño se queda con la mirada perdida o está ausente durante unos segundos. En los casos de convulsiones generalizadas aparece una pérdida brusca del conocimiento que provocará caída al suelo, rigidez y sacudidas de brazos y piernas. Otros síntomas que también pueden aparecer son el aturdimiento, los movimientos como de masticar, caminar sin rumbo, confusión al hablar, mareo brusco con caída al suelo, sensaciones o emociones extrañas, sacudidas masivas, súbita y breves de una o más partes del cuerpo, etc. También puede hacerse caca o pipí encima. Después de la crisis el niño puede aparecer somnolencia o aturdimiento durante unos minutos.
Las crisis de ausencia se conocen también con los nombres de "petit mal" o "ausencias típicas". Son un tipo de convulsión generalizada que se caracteriza por episodios breves de alteración del estado de conciencia o «ausencias» y actividad anormal en el electroencefalograma. Este tipo de crisis las encontramos en el 25% de los pacientes con epilepsia y pueden presentarse solas o combinadas con otros tipos de crisis convulsivas. Ss presentan con mas frecuencia en personas jóvenes, generalmente menores de 20 años, y durante la infancia. Durante esta etapa pueden confundirse con falta de atención y afectar el rendimiento escolar. Al acabar la crisis el niño continúa con lo que estaba haciendo antes y no recuerda lo que pasó. Suelen ser repetirse a lo largo del día en varias ocasiones.
Una de las consecuencias mas importante de la epilepsia es el deterioro de la función cognitiva que provoca con el paso del tiempo. La mayoría de los tipos de deterioro cognitivo en la epilepsia están dentro de la categoría TCL (Trastorno Neurocognitivo Leve) en el DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Este deterioro se manifiesta en la lentitud en tareas aceleradas y en aquellas tareas que necesitan de un procesamiento complejo de la información o lentitud mental.También encontramos problemas de memoria y dificultades en la atención y en la concentración.
Otras de las consecuencias que puede provocar esta enfermedad son problemas depresivos, de ansiedad o cuadros psicóticos que suelen ser breves
Varios criterios permiten determinar si el paciente sufre una epilepsia grave: la repercusión cognoscitiva, psicoafectiva, familiar, educativa, escolar o profesional de la enfermedad, la frecuencia, la naturaleza y la resistencia de las crisis al tratamiento o los efectos indeseables de los tratamientos.
Existen diferentes medios para establecer un diagnóstico inicial entre los que se encuentran factores de orientación y antecedentes, la edad de inicio de las crisis, los antecedentes del paciente y sus antecedentes familiares, el interrogatorio e historia clínica del paciente, la descripción de las crisis ( “las manifestaciones breves, estereotipadas y repetitivas deben llamarnos la atención ”), la existencia de episodios neurológicos previos, los factores desencadenantes, la frecuencia y el horario de las crisis, los hallazgos en el examen neurológico (debe ser practicado por un neuropsicólogo), los diferentes electroencefalogramas o EEG (de siesta, ambulatorio, de noche…), los hallazgos en la RMN, el SPECT o el TEP, los exámenes metabólicos y genéticos (en el niño) y el exámen neuropsicológico (debe ser practicado por un psicólogo).
Una vez realizado el diagnóstico por un neuropediatra o un neurólogo al paciente se le debe proponer un tratamiento y un seguimiento. El tratamiento suele ser a base de antiepilépticos, un tratamiento farmacológico para las crisis con pérdida de conciencia (posición PLS + benzodiazepina por vía rectal u oral cuando la crisis dura más de 3 minutos excepto en el anciano) y/o un tratamiento farmacológico de fondo (antiepiléptico asociado, dependiendo de los síndromes causales, a corticoides o piracetam).
Otros tratamientos que pueden estar indicados son la cirugía o un régimen cetógeno (este régimen rico en grasas, pobre en proteínas e hidratos de carbono actúa como anticonvulsionante; requiere hospitalización)
También deben tratarse las complicaciones como los síntomas ansiosos y/o depresivos (con antidepresivos o neurolépticos), la vitaminoterapia (vitamina D), la contracepción para los adolescentes y las mujeres (recomendada), el ácido fólico (en la mujer embarazada). Son importantes las ayudas a la inserción familiar, social…, la búsqueda y asistencia de las comorbilidades y complicaciones y las ayudas para mejorar la calidad de vida.
Una educación terapeútica debe acompañar a los tratamientos farmacológicos. Debe permitir al paciente estar informado de la existencia de Asociaciones de personas epilépticas, ayudarlo a comprender su enfermedad y mantenerlo informado sobre su enfermedad, su tratamiento y sus consecuencias, adoptar una higiene de vida (reducir o suprimir la toma de alcohol), planificar los exámenes médicos y conocer los riesgos inherentes a un embarazo y ser informado sobre las contracepciones, en el adolescente y en la mujer.
El seguimiento de los pacientes afectados por epilepsia grave se aconseja con el fin de prevenir las complicaciones espontáneas o iatrógenas, vigilar y adaptar el tratamiento, ayudar a la inserción profesional, social o escolar, acompañar al paciente y a su entorno familiar (educación terapeútica…) y asegurar el seguimiento del niño que sufre de epilepsia grave hasta la edad adulta. El seguimiento es clínico - para detectar los efectos secundarios del tratamiento, prevenir un embarazo… - y paraclínico (exámenes biológicos, RMN, EEG…).
Asociaciones de Epilepsia en España: https://todosobreepilepsia.foroactivo.com/t26-asociaciones-de-epilepsia-en-espana
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