Las plaquetas sanguíneas, también conocidas como trombocitos, son células pequeñas sin núcleo que se encuentran inmersas en la sangre, al igual que los glóbulos rojos y blancos de la sangre. Las plaquetas desempeñan un papel importante en el proceso de coagulación, ya que permiten que la sangre se coagule en caso de una herida o un corte y también detienen el sangrado en caso de ruptura de un vaso sanguíneo. Asimismo, las plaquetas evitan las hemorragias dentro del cuerpo.
El valor normal del recuento de plaquetas en la sangre debe estar entre 150 000 y 400 000 por mcL (microlitro), dependiendo del laboratorio en el que se realice el análisis.
Los valores demasiado bajos de plaquetas en la sangre se llama trombocitopenia, un fenómeno que aumenta el riesgo de hemorragia. La disminución de las plaquetas también puede producir hematomas, sangrado de nariz, dolor de cabeza, migraña y manifestaciones oculares, como visión doble o un cambio del campo visual. También pueden manifestarse las petequias, puntos rojos que aparecen en la piel como evidencia de la incapacidad de los vasos para retener la sangre, y hemorragias importantes, como el sangrado gastrointestinal.
Las causas de disminución de plaquetas son las enfermedades autoinmunes, trombocitopenia provocada por una intoxicación o algún medicamento, alcoholismo agudo, infecciones virales, aplasia medular, coagulación intravascular, cirugía con circulación extracorporal, la púrpura, el síndrome hemolítico urémico en niños, tratamiento con heparina y hemopatia maligna, entre otras causas.
Un aumento en la tasa de plaquetas se denomina como trombocitosis. Este aumento de plaquetas implica un riesgo de trombosis, debido a que la agregación de plaquetas pueden provocar la obstrucción vascular de una vena o una arteria.
Las enfermedades que pueden provocar las plaquetas sanguíneas elevadas son esplenectomía (extirpación del bazo), enfermedades infecciosas o inflamatorias, hemorragia masiva, insuficiencia crónica de hierro, trombocitemia primaria, síndrome mieloproliferativo crónico, síndromes mielodisplásicos, enfermedad de Hodgkin, cirrosis o pancreatitis.
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