Numerosas razones pueden motivar borrar un tatuaje. Entre las soluciones posibles, el método láser es uno de los más populares. Un enfoque sobre esta técnica.
Borrarse un tatuaje con láser no es un procedimiento benigno. Se trata de una técnica precisa que puede ser efectuada en clínica o la mayoría de las veces, en un dermatólogo.
El láser permite quitar los pigmentos del tatuaje que están situados bajo la piel. El procedimiento consiste en hacer estallar los pigmentos en varias micropartículas que podrán luego ser evacuadas fácilmente por las células de la piel. Es frecuente sentir una ligera sensación de ardor durante una operación de borrado de tatuaje pero la aplicación previa de una crema anestésica disminuye eficazmente el dolor.
Una sesión al láser dura generalmente 15 minutos y hay que esperar seis a ocho semanas entre dos sesiones para preservar su piel. Un tatuaje no puede ser borrado en una sola sesión. La duración necesaria es por lo menos de 2 meses y puede extenderse a más de un año según varios factores.
Por lo general, un tatuaje profesional toma más tiempo borrar que un tatuaje hecho por un aficionado, porque los pigmentos están situados más profundamente bajo la epidermis. En cuestión de color, los pigmentos rojos, azules o negros son borrados más fácilmente por el láser y toman menos tiempo de ser borrados que otros.
Los efectos secundarios de un borrado de tatuaje al láser son raros y pueden ser evitados tomando algunas precauciones.
Exponerse al sol poco tiempo después de una sesión al láser favorece la aparición de manchas marrones en la piel. Por lo que es importante protegerse con protección total y cubrirse como máximo la zona concernida durante cada duración del borrado del tatuaje.
Costras pueden aparecer al final de una sesión de láser. Es esencial no rascarse y dejarlos caer naturalmente con el fin de no seguir con cicatrices.
Después de cada sesión, es recomendado aplicar una pomada cicatrizante en la parte tratada y evitar todo contacto con agua para no favorecer la aparición de inflamaciones o de ardores.