La heparina es una molécula que pertenece a la clase de los glicosaminoglicanos (GAG) que componen el 30 % de los tejidos del cuerpo. Esta sustancia, normalmente secretada en pequeñas cantidades por los mastocitos (células inmunes), se puede sintetizar y administrar como un tratamiento por vía intravenosa o subcutánea.
La heparina se inyecta en caso de trombosis (coágulo de sangre que obtura un vaso sanguíneo), trastornos asociados con la coagulación excesiva (o de una manera preventiva para evitarlo), embolia arterial pulmonar (causada por la migración de un coágulo de sangre que obstruye una arteria) o embolia del cerebro (accidente cerebrovascular) y en caso de flebitis. Además, se utiliza en el caso de anginas no estabilizadas y de infarto del miocardio en fase aguda. Puede estar asociada con diclofenaco en el tratamiento de los esguinces de tobillo a nivel local. Asociado con meliloto sirve para tratar la celulitis inflamatoria, así como la insuficiencia e inflamación de otros problemas venosos (inflamación de la piel).
La heparina tiene varias propiedades anticoagulantes. Permite activar una proteína, la antitrombina, que inhibe el proceso de coagulación actuando sobre todos los factores que participan en tiempo regular. La heparina también tiene otras propiedades que aún no son desarrolladas terapéuticamente (incluyendo la acción sobre el metabolismo de lípidos, acción antiinfecciosa, antiinflamatoria y antiedematosa). En presencia de insuficiencia renal, no es necesario cambiar la dosis ya que se elimina por captación celular.
Los principales efectos secundarios de la heparina son los relativos a sus efectos anticoagulantes, lo que conlleva un riesgo de sangrado y hemorragias. Una dosis equivocada también puede conducir a una disminución de las plaquetas en la sangre (trombopenia).
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