Descrito por primera vez en 1911 por el médico inglés Rupert Waterhouse, el síndrome de Waterhouse-Friderichsen es una afección potencialmente mortal que se caracteriza por una inflamación de las glándulas suprarrenales secundaria a una infección bacteriana. A menudo se trata de una complicación ligada a una púrpura fulminante, una forma de sepsis severa que provoca una insuficiencia suprarrenal aguda. Se debe instaurar una antibioticoterapia lo más rápido posible acompañada de una perfusión endovenosa.