La taquicardia es la aceleración de los latidos cardíacos: se considera taquicardia una frecuencia cardíaca superior a 100 lpm (latidos por minuto) en reposo.
Las fibras del músculo del corazón deben contraerse al unísono para funcionar con normalidad. Los impulsos eléctricos que rigen las contracciones del corazón proceden de un grupo de células situadas en la aurícula derecha. Estos impulsos eléctricos discurren por caminos que comunican con las fibras musculares de las cuatro cavidades del corazón.
Cuando aparece una lesión en cualquier parte de este complejo sistema de conducción se altera el ritmo regular de los latidos cardíacos. Como resultado pueden producirse diferentes trastornos del corazón como la taquicardia, la fibrilación ventricular, la fibrilación auricular, el bloqueo cardíaco, etc.
Existe una taquicardia que denominamos fisiológica y es aquella que aparece cuando realizamos una actividad física intensa. Las taquicardias patológicas son las que acompañan a diferentes procesos patológicos, como la anemia, las hemorragias, el shock o la fibrilación articular.
Al ritmo normal del corazón se le denomina ritmo sinusal. El corazón de un adulto late a un ritmo aproximado de 50 a 80 pulsaciones por minuto. Este ritmo se eleva hasta alrededor de 160 lpm o más cuando se realiza un esfuerzo físico intenso, por ejemplo, correr o saltar, como respuesta a la fiebre o en caso de excitación nerviosa. En estos casos no se trata de ningún trastorno sino de un proceso normal de adaptación del organismo y se denomina taquicardia sinusal.
En una crisis de taquicardia los latidos se aceleran hasta 160 por minuto de forma repentina. La crisis puede durar desde un minuto hasta varias horas. No es un trastorno grave, aunque debe consultarse con un médico, ya que puede ser un síntoma de alguna enfermedad subyacente, como la insuficiencia cardíaca congestiva o la fibrilación articular.
El síntoma más característico son las palpitaciones: se percibe una aceleración del corazón que se acompaña por una sensación de ansiedad. Otros síntomas que pueden aparecer son una dificultad para respirar, pérdida de conocimiento o desmayo y un dolor agudo en el pecho.
En caso de crisis de taquicardia repetidas es conveniente consultar a un médico. El médico le practicará un electrocardiograma para establecer el diagnóstico. El electrocardiograma es una prueba de diagnóstico que permite estudiar las ondas de la actividad eléctrica de cada latido cardíaco.
Factores que favorecen las crisis de taquicardia: café, té, tabaco, alcohol, drogas, hipertiroidismo, insuficiencia renal, depresión y el nerviosismo. A veces es difícil establecer si es la ansiedad la que genera la taquicardia o bien es la taquicardia la que provoca la ansiedad.
Las taquicardias que aparecen después de comer son hasta cierto punto normales, porque el corazón tiene que bombear más sangre hacia aparato digestivo.
Si la taquicardia no es a menudo puede ser solo estrés pero si esta aparece todos los días o varias veces al día puede ser un síntoma de alguna enfermedad en cualquier órgano del cuerpo, no necesariamente en el corazón.
Las extrasístoles: son latidos aislados que tienen un origen distinto al ritmo sinusal y que aparecen antes de tiempo. Según el punto de origen se denominan extrasístoles auriculares (cuando se originan en la aurícula) o ventriculares (cuando se originan en el ventrículo).
A menudo no provocan ningún síntoma, pero ocasionalmente pueden dar palpitaciones. También es frecuente que se note una sensación de vacío en el pecho. En personas que no tengan ninguna enfermedad del corazón las extrasístoles no revisten ninguna gravedad, aunque pueden ser molestas. A veces pueden ser precursoras de otras arritmias más graves.
La fibrilación auricular (ACXFA): es una arritmia frecuente que puede derivar de otras enfermedades, como la insuficiencia cardíaca, el hipertiroidismo o las lesiones de la válvula mitral. El tratamiento consiste en la administración de fármacos, para disminuir el ritmo cardíaco, y en la descarga eléctrica.
La fibrilación auricular
El flutter auricular: es una arritmia parecida a la fibrilación auricular pero en este caso, las aurículas se activan de forma regular pero a frecuencias extremadamente elevadas. Los latidos cardíacos suelen ser rápidos (a menudo entre 100 y 150 lpm) y habitualmente regulares.
El 50 % de los pacientes con crisis de flutter vuelven espontáneamente al ritmo sinusal en pocas horas por lo que puede ser prudente dar un tiempo de espera antes de iniciar ningún tratamiento. Si no es así pueden administrarse fármacos antiarrítmicos. Si a pesar de los fármacos la crisis de FA no cede, puede realizarse una cardioversión eléctrica.
La ablación por radiofrecuencia es un tratamiento altamente efectivo en el Flutter y probablemente sea el tratamiento de elección en el momento actual.
El síndrome de Wolff, Parkinson & White (WPW): este trastorno provoca crisis de taquicardia paroxística por la presencia de un tejido conductor eléctrico anormal entre las aurículas y los ventrículos. Para el tratamiento se administran fármacos que disminuyan el ritmo cardíaco.
La taquicardia paroxística: crisis con frecuencias superiores a 160 latidos por minuto. Aparecen palpitaciones, dificultad para respirar, desmayos y dolor en el pecho. Se trata con fármacos betabloqueantes.
La taquicardia supraventricular (TPSV): puede aparecer en todo tipo de pacientes, a cualquier edad. Suele acompañar a una cardiopatía de base y se caracteriza por impulsos muy rápidos pero regulares, que proceden de las aurículas o del nódulo auriculoventricular. El tratamiento para los episodios aislados se basa en una descarga eléctrica y en la administración de fármacos.
Es la arritmia más frecuente en los niños y se caracteriza por su comienzo y final brusco. En estos casos siempre hay que descartar un problema cardiológico. A veces el síntoma es la taquicardia. En otras ocasiones los síntomas son imprecisos y la taquicardia se descubre en el momento de la exploración.
La taquicardia ventricular: latidos cardíacos rápidos originados en los mismos ventrículos. A menudo aparece después de un infarto de miocardio, sobre todo durante los primeras horas. El tratamiento consiste en descargas eléctricas, para los ataques aislados, y fármacos. Ocasionalmente pueden presentarse en personas sanas.
Los síntomas son variables : pueden ser asintomáticas o provocar mareos, palpitaciones, síncope o sudoración.
En condiciones normales no percibimos el latido del corazón. La percepción de que el corazón late es lo que se conoce con el nombre de palpitaciones. Los latidos cardíacos se perciben como pulsaciones fuertes e imprevistas.
También es posible que la persona tenga conciencia desagradable de un latido cardíaco o que sienta que uno o más latidos desaparecen o se detienen
Las palpitaciones no siempre indican una situación patológica ni significan que haya taquicardia.
Pueden causar palpitaciones el tabaco, el alcohol, el ejercicio físico, la ansiedad, el estrés, el miedo, la fiebre, la cafeína, la nicotina, la cocaína, las pastillas anticonceptivas, el hipertiroidismo, la anemia, la hiperventilación, los niveles de oxígeno bajos en la sangre, algunos medicamentos para el asma, los betabloqueantes (para tratar la hipertensión arterial o determinadas enfermedades del corazón).
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