La irregularidad en los ciclos menstruales es frecuente en la pubertad (cuando se empieza a menstruar) y alrededor de los 50 años cuando se aproxima la menopausia. Sin embargo pueden existir otras causas para los ciclos irregulares por lo que siempre es importante consultar con un especialista
Es el tiempo que pasa entre un período menstrual (sangrado o menstruación) y otro. El ciclo se cuenta desde el día inicial de un período hasta el inicio del siguiente. El ciclo menstrual no es igual en todas las mujeres.
Se calcula que un ciclo menstrual normal tiene una duración en promedio de 28 días. La mayoría de las mujeres tienen ciclos entre 24 y 35 días y la menstruación dura entre 4 y 7 días
En condiciones normales los ciclos menstruales tienen una duración que oscila entre los 24 y los 35 días (eumenorrea). A veces los ciclos pueden durar menos de 24 días (polimenorrea).
En otra ocasiones los ciclos pueden ser más largos, de más de 35 días (oligomenorrea). Pero además, cualquiera de estos ciclos puede tener una duración muy variable entre uno y otro mes
En estos casos los ciclos se convierten en irregulares, y por esta razón se hace imposible predecir el momento de la ovulación y por consiguiente muy difícil de evitar o conseguir quedar embarazada
Sangrado vaginal entre períodos o después de mantener relaciones sexuales. Sangrado más abundante (expulsión de coágulos grandes, necesidad de cambiar la protección durante la noche o cambiar un tampón cada hora durante dos a tres horas consecutivas en el día). Sangrado prolongado de más de 7 días. Ciclo menstrual con un intervalo superior a 35 días.
La causa más frecuente de los ciclos irregulares se denomina sangrado uterino disfuncional. Se debe a un cambio en los niveles de las hormonas que regulan el ciclo menstrual : los estrógenos y la progesterona.
Puede acompañarse de otros síntomas como: crecimiento excesivo de vello corporal, similar al de los hombres (hirsutismo); sofocos] (calores), cambios pronunciados en el estado de ánimo, sequedad vaginal, cansancio] o fatiga por la pérdida excesiva de sangre, que también puede causar anemia.
Los ovarios poliquísticos; la hiperprolactinemia o exceso de la hormona prolactina en sangre; la hiperplasia endometrial (engrosamiento de la pared del útero); cáncer de útero; infección a nivel del útero; miomas uterinos (tumores benignos no cancerosos en el útero); problemas en la glándula tiroides; la diabetes; la anemia; los problemas de hígado (hepáticos) y las complicaciones del embarazo como aborto espontáneo o embarazo ectópico (fuera del útero).
Los cambios en las pastillas anticonceptivas. El uso de algunos medicamentos como los esteroides (cortisona) o los anticoagulantes. El dispositivo intrauterino (DIU). El estrés, los sustos, la ansiedad, las preocupaciones, los cambios en la dieta o en la rutina de ejercicio físico, la pérdida o el aumento de peso.
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