Por lo general, los ciclos menstruales no son tan regulares, ya que la mujer no siempre tiene la menstruación el mismo día cada mes. Hay meses en que el periodo se adelanta y otros en que se retrasa uno, dos o más días.
Bajo condiciones normales, los ciclos menstruales duran entre 24 y 35 días. Sin embargo, también pueden tener una duración inferior a los 24 días o superior a los 35 días. Además, la duración de cualquier periodo puede variar entre un mes y otro. En estos casos, se habla de ciclos irregulares. Las mujeres cuyo periodo menstrual varía de un mes a otro tienen más dificultades para predecir el momento exacto de la ovulación y, por esta razón, es complejo evitar o conseguir un embarazo.
La irregularidad puede deberse a factores emocionales asociados con episodios de estrés, ansiedad, preocupación y angustia, entre otros. Estas situaciones pueden provocar alteraciones en los ciclos menstruales, que se pueden corregir con un tratamiento.
Entre las causas de un ciclo menstrual irregular permanente, se encuentran la diabetes, la anemia, problemas de la glándula tiroides o un exceso de prolactina (hórmona que estimula la producción de leche), también se cuentan los trastornos alimenticios como anorexia o bulimia. Estos problemas deben diagnosticarse y tratarse antes de recibir un tratamiento que regularice los ciclos menstruales.
Por lo general, la ovulación ocurre 14 días antes de la menstruación. Si los ciclos son más o menos regulares se puede saber con cierta exactitud el período de fertilidad.
Si una mujer tiene ciclos irregulares, puede saber cuándo está ovulando, si reconoce los llamados síntomas ovulatorios.
Durante el ciclo menstrual, el flujo vaginal sufre cambios que se pueden percibir. En primer lugar, se debe notar que, durante los días no fértiles, normalmente no hay flujo vaginal. Cuando el flujo se presenta, tiene un color blanquecino y una textura densa, que impide el paso de los espermatozoides a través del cuello uterino. A medida que se acerca la ovulación —hacia la mitad del ciclo— el flujo vaginal se torna más transparente, menos denso y más líquido: este es el momento de la ovulación. Después, el flujo se vuelve de nuevo más pegajoso, similar a la clara de huevo, lo que indica que la fertilidad ha disminuido.
A veces, aparecen dolores abdominales en el momento de la ovulación, que son parecidos a los dolores premenstruales.
Aparece un pequeño sangrado vaginal de color rosa o marrón que se produce por la implantación del óvulo fecundado en el útero.
La temperatura basal se refiere a la más baja que alcanza el cuerpo en reposo, es por esto que la temperatura se debe tomar antes de levantarse de la cama. La temperatura normal antes de la ovulación se sitúa entre 36,5 ºC y 36,7 ºC. Después de la ovulación, la temperatura basal sube alrededor de 0,5 ºC. Este aumento de temperatura se mantiene hasta que comienza la menstruación. Si la mujer está embarazada, el aumento de la temperatura basal persiste durante todo el embarazo. Algunas mujeres sienten escalofríos cuando la temperatura basal aumenta.
La hormona luteinizante (LH) es una proteína que controla la ovulación y la secreción de progesterona, entre otras funciones. Por medio de un examen de orina es posible identificar esta hormona entre 24 y 36 horas antes de la ovulación. Este es un test que se vende en farmacias y es fácil de utilizar en casa.
Si los ciclos son muy largos, puede ser que en algunos meses no ocurra la ovulación; se denominan ciclos anovulatorios. En estos casos, son necesarios tratamientos especiales para conseguir ovular. Uno de los medicamentos más utilizados para tratar la falta de ovulación es el clomifeno, un fármaco que estimula la ovulación. Es importante remarcar que este medicamento eleva las posibilidades de gestaciones múltiples.
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