La prolina (o L-prolina) forma parte de los 20 aminoácidos no esenciales del código genético. Permite la síntesis de colágeno, una proteína que le dá resistencia a la piel, a las articulaciones y a los tendones. Contribuye así a la cicatrización y al buen funcionamiento del corazón. Encontramos la prolina en el queso, la carne, las almendras, el pan y los huevos. Las necesidades diarias oscilan entre 500 y 3 000 mg. Una carencia en prolina puede provocar problemas cardíacos, una pérdida de la elasticidad de los tejidos y problemas de cicatrización.