La urticaria aguda o crónica se caracteriza por la aparición de pápulas parecidas a picaduras de mosquitos o de ortiga, que pueden desaparecer para reaparecer en otros lugares.
La urticaria crónica espontánea evoluciona después de 6 semanas a la forma de brotes de habones o ronchas por todo el cuerpo que se prolongan más de 6 semanas.
El tratamiento de una urticaria crónica es a menudo complejo y difícil.
La evicción de un medicamento, de uno o varios alimentos, la supresión del factor físico desencadenante, de un medicamento, como un antiinflamatorio, o el tratamiento de una infección o de una enfermedad sistémica asociada pueden en ciertas situaciones bastar para eliminar la urticaria.
El tratamiento medicamentoso de una urticaria crónica, cuando ninguna causa ni factor de riesgo es encontrada, consiste en administrar uno o varios antihistamínicos de segunda generación, porque son mejor tolerados con menos efectos de somnolencia y la mayoría de las veces por un largo período durante al menos 3 meses, luego interrumpidos progresivamente después de la desaparición de los brotes. Es a veces necesario utilizarlos durante varios años.
Es necesario probar varias asociaciones antes de concluir en la ineficacia del tratamiento. Es a veces posible, después de consultar con un médico que domina bien este problema, aumentar la toma de antihistamínicos que puede ser 4 veces la dosis recomendada al día. Este tratamiento permite aliviar a veces una urticaria que evoluciona después de numerosos meses.
En caso de fracaso de estos tratamientos, un tratamiento especializado en una consulta hospitalaria es necesaria con el fin de contemplar otros tratamientos terapéuticas por ejemplo como Montelukast (Singulair), Omalizumab (Xolair).
El tratamiento de las mujeres embarazadas y niños necesita una gran prudencia debido a ciertas contraindicaciones.
El médico que trata al paciente debe tomarse el tiempo para explicarle la problemática de la urticaria crónica, las dificultades, pero también las posibilidades de mejoramiento, incluso de curación y de desaparición. Hay que tranquilizarlo y poder escuchar su queja que siempre es legítima. Es necesario enseñarle a utilizar los antihistamínicos cuando son eficaces.