La rinofaringitis es una enfermedad aguda y benigna, muy frecuente en los niños, pero también puede afectar a los adultos. Es la inflamación de las membranas mucosas de la faringe superior llamada nasofaríngea o rinofaringe, conducto que se extiende entre el paladar oral y las fosas nasales. La rinofaringitis siempre es causada por un virus como el rinovirus, el coronavirus o el virus sincitial respiratorio. La inmunidad es de corta duración por lo que las recidivas son frecuentes.
Los síntomas de la rinofaringitis son:
En el caso del niño pequeños a veces la rinofaringitis es mal vivida por los padres. Puede ser a veces responsable de una dificultad respiratoria importante y de esputos, por derrame posterior de las secreciones de origen nasal que pueden ir a ocupar las vías respiratorias. La obstrucción nasal debe ser combatida porque el niño pequeño respira sólo por la nariz y no sabe compensar respirando por la boca; por lo tanto dá la impresión de que el niño se asfixia.
El diagnóstico de la rinofaringitis se establece fácilmente mediante el examen clínico y la presencia de los síntomas mencionados anteriormente. El examen clínico se practica para eliminar otras causas infecciosas como por ejemplo las anginas o la sinusitis, y para buscar signos de complicaciones de la rinofaringitis. Ningún examen adicional es necesario para el diagnóstico.
La rinofaringitis se trata mediante el uso de paracetamol, que tiene un efecto sobre los síntomas del dolor y la fiebre. El lavado de las fosas nasales con una solución salina fisiológica es esencial y se debe practicar 6 o incluso 10 veces por día, sobre todo entre los niños, especialmente los bebés. El cabezal de la cama puede elevarse unos centímetros colocando una almohada DEBAJO del colchón para facilitar la salida de las secreciones por la nariz y evitar que no vayan a la garganta. También es posible aspirar las secreciones nasales del pequeño con una mosca- bebé. En los adultos, se puede utilizar un descongestionante nasal. En cambio, no todas las gotas nasales descongestionantes se permiten en la primera infancia. Los antibióticos no son necesarios en ausencia de complicaciones.