La congestión pulmonar se define por un flujo sanguíneo importante a nivel de los pulmones. Este fenómeno puede ser síntomas de una insuficiencia cardíaca, de una neumoní, de un síndrome gripal, de una púrpura trombótica o de un envenenamiento. En la mayoría de los casos se acompaña de otros síntomas como una tos o dolores torácicos. El tratamiento es medicamentoso e incluye la administración de antibióticos, antipiréticos y antiinflamatorios. El paciente debe ser rehidratado.