El glaucoma es una afectación progresiva del nervio óptico que se debe a un aumento de la presión del ojo (presión ocular) y que produce una pérdida del campo visual e incluso puede provocar la ceguera. La cirugía está indicada cuando el paciente presenta intolerancia al tratamiento médico o éste resulta insuficiente para evitar la progresión del glaucoma.
Para tratar quirúrgicamente esta patología ocular existen distintas técnicas y corresponde al oftalmólogo recomendar la más adecuada para cada caso.
El procedimiento más utilizado se denomina trabeculectomía, que puede ser perforante o no. Esta operación consiste en buscar una nueva salida de humor acuoso del ojo hacia el exterior.
La trabeculoplastia láser es un tratamiento ambulatorio que se realiza en consulta en pocos minutos. Sólo es útil en pacientes mayores y, en muchos casos, desaparece su efecto al cabo de un tiempo.
La ciclofotocoagulación con láser díodo sólo es útil en glaucomas muy avanzados.
El procedimiento más utilizado se denomina trabeculectomía, que puede ser perforante o no. Consiste en buscar una nueva salida hacia el exterior para el líquido situado delante del cristalino del ojo, llamado humor acuoso.
La intervención dura unos 30 minutos y puede realizarse bajo anestesia tópica, administrada en gotas.
Con las técnicas empleadas actualmente, las complicaciones son escasas y pueden resolverse en los primeros días posteriores a la cirugía.
La consecuencia más grave es la pérdida del efecto de la trabeculectomía, que supone el mantenimiento de la presión ocular en niveles elevados.
Durante las primeras semanas siguientes a la operación, el paciente debe evitar los esfuerzos físicos y ha de aplicarse un colirio antiinflamatorio en el ojo intervenido.
También acudirá con frecuencia al oftalmólogo para comprobar que la salida del humor acuoso se realiza correctamente por la nueva vía y que la presión ocular se ha normalizado.