Ciertos medicamentos pueden provocar efectos secundarios que afecten a la práctica de un deporte: problemas visuales, tendinitis, vértigos, etc. A continuación, un panorama sobre los tratamientos y las circunstancias en las que es necesaria la opinión del médico.
Todas las personas que practican un deporte de forma regular y siguen un tratamiento deben comentarlo con su médico aunque los efectos secundarios aparezcan solo en casos raros. Una vigilancia más estrecha se recomienda unicamente a las personas que practican un deporte de alto nivel (competiciones) o una actividad peligrosa como el alpinismo, la inmersión o el automovilismo.
No se debe interrumpir un tratamiento sin consultar con el médico: es mejor pedir una opinión médica para tomar la decisión correcta. Asimismo, las personas que practican un deporte de forma regular deben informar al médico durante la prescripción de un tratamiento
Si el medicamento puede interferir con la práctica de un deporte, antes de automedicarse se tiene que consultar a un profesional debido a los efectos secundarios potenciales que pueden aparecer.
Los tratamientos anticoagulantes fluidifican la sangre. Cuando aparece un hematoma o un corte, la hemorragia puede tardar más tiempo en reabsorberse o controlarse. Este efecto secundario también puede producirse al tomar una aspirina. Las personas que siguen este tipo de tratamiento deben evitar los deportes de contacto (artes marciales, fútbol, rugby o hockey) y privilegiar actividades más suaves (carrera pedestre o natación).
Las quinolonas (antibióticos), los diuréticos, los tratamientos de la malaria y ciertos medicamentos prescritos contra el acné, el cáncer o la infección por el VIH pueden provocar calambres. Las quinolonas también pueden ser responsables de tendinitis. Los medicamentos de la familia de las benzodiazepinas pueden provocar un descenso del tono muscular (somníferos y calmantes).
Los medicamentos prescritos contra las alergias (antihistamínicos), la depresión o la enfermedad de Parkinson pueden provocar trastornos visuales, como dificultades para pasar de la visión de cerca a la visión de lejos o molestias ante la exposición a la luz.
Los medicamentos prescritos en el tratamiento de la hipertensión arterial, de la epilepsia o las úlceras de estómago pueden provocar vértigos y transtornos del equilibrio. Los antiinflamatorios no esteroideos y los psicotropos también pueden causar estos efectos secundarios.
Ciertos medicamentos tienen un efecto sedativo que causan dificultades de concentración. Entre ellos podemos nombrar los tratamientos de los trastornos del sueño, contra la ansiedad y la depresión, los antihistamínicos y los medicamentos contra el resfriado y la tos se seca.
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