El cáncer de hígado es uno de los tumores más peligrosos y difíciles de detectar ya que no produce ningún síntoma hasta que la enfermedad se encuentra en una etapa avanzada. Al igual que otros tumores, el cáncer de hígado puede tratarse con quimioterapia.
Un estudio realizado en el año 2011 parecía sugerir que el cáncer de hígado se desarrolla a partir de un tipo de célula madre cancerígena que es resistente a la quimioterapia. También señalaba que este tipo de cáncer se propaga, con mucha frecuencia, a otros tejidos y órganos. Esto explicaría por qué el cáncer de hígado reaparece aunque se extirpe con cirugía.
Es importante tener en cuenta que el cáncer que el carcinoma hepatocelular es mucho menos frecuente que el cáncer de pulmón, colon, páncreas o mama.
Con frecuencia, los síntomas que provoca el cáncer de hígado suelen aparecer cuando la enfermedad se encuentra en una etapa avanzada. Por eso, el cáncer de hígado suele diagnosticarse tarde, cuando el tratamiento ya es poco eficaz.
El cáncer de hígado hace perder peso y está relacionado con la pérdida de la sensación de hambre que puede acompañarse o no de vómitos o náuseas. A pesar de haber comido poca cantidad, el paciente tiene la sensación de estar muy lleno.
El cáncer de hígado también produce hepatomegalia (hígado grande) o esplenomegalia (bazo grande). Por tanto, el enfermo tiene el abdomen hinchado con venas anormalmente visibles y puede sentir dolor, tanto en el abdomen como en la escápula.
La fiebre y los sangrados anormales así como la picazón y el color amarillo de la piel y la conjuntiva de los ojos son frecuentes en pacientes con cáncer de hígado.
Cuando el cáncer de hígado se encuentra muy avanzado, aparece líquido en el abdomen (derrame peritoneal) procedente del hígado.
Además, esta enfermedad produce alteraciones de las pruebas de coagulación de la sangre con la aparición subsiguiente de morados, hematomas o sangrados.
El cáncer de hígado también provoca un cuadro tóxico con adelgazamiento progresivo, astenia intensa y aparición de dolor en la zona baja derecha del vientre.
En esta fase del cáncer de hígado, las células tumorales se han extendido a otras partes del cuerpo. Las metástasis más frecuentes se encuentran en los ganglios linfáticos, en el peritoneo (membrana que recubre los órganos del abdomen), los pulmones y los huesos.
Conviene saber y tener en cuenta que el cáncer de hígado es resistente a casi todos los fármacos que se utilizan en la quimioterapia.
Algunos de los medicamentos más eficaces son la doxorrubicina (Adriamicina), el 5-fluorouracilo y el cysplatinum, aunque apenas logran disminuir el tamaño del tumor de forma duradera. Ni siquiera asociando varios de estos fármacos se ha logrado aumentar la supervivencia de los enfermos.
Otra vía es la quimioterapia, administrada directamente en la arteria hepática. La quimioterapia emplea los fármacos mencionados en el párrafo anterior y la mitomicina C.
Generalmente, los pronósticos suelen establecerse a cinco años. El pronóstico de un cáncer de hígado depende del momento del diagnóstico y la etapa del cáncer en que se encuentre el paciente.
Si el tumor está localizado unicamente en el hígado (cáncer localizado), la supervivencia pasados cinco años es del 30 %, aproximadamente.
Sin embargo, si el cáncer se ha extendido a los órganos cercanos o a los ganglios del sistema linfático de la zona (cáncer en etapa regional), la supervivencia es del 10 %, aproximadamente.
Si el cáncer ya se ha propagado a órganos más distantes, la tasa de supervivencia es muy baja, alrededor del 3 %.
El cáncer de hígado es uno de los más peligrosos. La aparición de un tumor en el hígado siempre es un problema grave y se deben realizar varias pruebas para poder establecer un diagnóstico fiable. Es importante saber si es un tumor primario del hígado o una metástasis procedente de un cáncer localizado en otro órgano.
El pronóstico del cáncer de hígado dependerá del estadío en que se haga el diagnóstico. Esto quiere decir que cuanto más avanzado esté, pero será su pronóstico.
Los tumores benignos de hígado son poco frecuentes. Destacan los hemangiomas, los adenomas hepatocelulares y la hiperplasia nodular focal. Suelen detectarse por casualidad al practicar un exámen (ecografía o ultrasonido, escáner y resonancia magnética nuclear) del hígado o del abdomen por cualquier otra causa.
Los tumores benignos son asintomáticos y unicamente producen síntomas como dolores o hemorragias en el abdomen cuando alcanzan un tamaño importante.
Foto: © sakramir - 123RF.com