Aunque los dolores abdominales entre el cuarto y noveno mes de embarazo son muy frecuentes, en la mayoría de los casos no son graves. Sin embargo, si los dolores aparecen acompañados de otros síntomas podría deberse a la presencia de patologías más o menos serias
Durante el embarazo, los dolores que la mujer padece en la región abdominal y a la altura del bajo vientre pueden tener un origen benigno o, por el contrario, aparecer como consecuencia de una enfermedad. Por este motivo, la paciente debe consultar a un médico o a un ginecólogo inmediatamente para evitar complicaciones susceptibles de poner en peligro la vida del niño y/o de la madre.
Algunos dolores afectan a la mayoría de mujeres embarazadas, en diferentes fases del embarazo. Estos dolores aparecen en el abdomen, bajo vientre o en la región del útero. Suele tratarse de un <bold>síndrome de ligamentos pélvico benigno que provoca retortijones en el bajo vientre, dolores lumbares y vinculados a determinados movimientos, lo que dificulta los desplazamientos.
En la etapa final del embarazo, a partir de la semana 38 de gestación, los dolores pueden ser más frecuentes debido a las contracciones repetidas y previas al parto.
Se trata de una patología placentaria muy seria que aparece a las 20 semanas de embarazo y afecta al 1 % de las mujeres embarazadas.
En efecto, el hematoma retroplacentario compromete el pronóstico vital del feto (30 % de mortalidad) y el de la madre (10 % de mortalidad). Una de cada dos veces, aparece al inicio del parto. Un tercio de las hemorragias que aparecen en el tercer trimestre se deben a un hematoma retroplacentario.
Los síntomas incluyen dolores abdominales súbitos y muy intensos (como una puñalada), sensación de rigidez o dureza del abdomen, dolores a la palpación y estado de conmoción, en los casos más severos.
Esta complicación del embarazo aparece antes de la trigesimoséptima semana de amenorrea (el término normal es de 41 semanas de amenorrea). Si el parto prematuro es muy precoz, puede comprometer el pronóstico vital del niño o causar secuelas que afecten a su desarrollo.
Los síntomas que preceden al parto prematuro son: contracciones (agudas, regulares y prolongadas) del útero, dolores periódicos y modificación del aspecto del cuello de útero.
Esta patología se caracteriza por una hipertensión arterial gravídica, acompañada de una tasa de albúmina anormalmente elevada en la orina. La preeclampsia severa requiere vigilancia médica continua porque puede desencadenar un hematoma retroplacentario o una eclampsia.
Los síntomas incluyen dolores epigástricos en barra, náuseas, vómitos, cefaleas y tinnitus.
Una eclampsia es una complicación muy grave del embarazo, pero muy rara, puesto que solo afecta al 1 % de las mujeres con preeclampsia. Además de comprometer el pronóstico vital de la madre desencadenando una hemorragia, puede poner en peligro la vida del niño (la mortalidad fetal se sitúa entre el 50 % y el 80 % de los casos).
Los síntomas de la eclampsia son: dolores abdominales intensos, náuseas, vómitos, cefaleas y edemas importantes.
La formación de quistes (tumores ováricos benignos o malignos) puede complicar el desarrollo de un embarazo. La patología más común es la "torsión de un quiste ovárico", que requerirá una intervención quirúrgica urgente.
Los síntomas que indican que se está produciendo un torsión de un quiste ovárico son: dolor abdominal pélvico agudo, náuseas, vómitos y en ciertos casos, estado de conmoción.
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