Durante el embarazo se producen complicaciones que pueden poner en riesgo la vida y la salud tanto de la madre como del bebé. Es importante aprender a detectar estos signos y síntomas de alarma en cada trimestre del embarazo.
Estos son algunos de los signos que pueden aparecer durante el embarazo y que indican que algo no va bien:
La primera señal de alarma es la aparición de fiebre superior a 38 ºC. Si la fiebre está relacionada con una infección del óvulo, una infección renal en la madre o listeriosis, probablemente se produzca una interrupción del embarazo. Ante la aparición de fiebre es indispensable consultar al médico.
Asimismo, la presencia de dolor en un lado del abdomen al principio del embarazo puede indicar un embarazo ectópico.
La embarazada debe consultar a un médico si siente dolor al orinar o detecta la presencia de sangre en la orina (infección de orina).
La tos acompañada de mucosidad con sangre y los vómitos incontrolables y persistentes (hiperémesis gravídica) requieren atención médica, así como una diarrea que se prolonga más de un día, especialmente cuando se acompañan de sangre o de moco.
También se aconseja consultar a un médico en caso de producirse algún traumatismo o caída importante (mejor revisarse) y cuando se hinchan los pies, la cara y las manos de forma repentina ya que esto último puede ser síntoma de preeclampsia.
Los problemas de visión tales como vista borrosa o visión de luces anormales o manchas son otro signo de alerta, así como las cefaleas, los dolores intensos en la zona del abdomen, las contracciones y los calambres porque pueden poner en peligro la salud de la embarazada o la de su bebé.
Algo va mal en el embarazo si durante las doce primeras semanas de embarazo, la futura mamá tiene fiebre persistente, dolor fuerte y continuo en el vientre, cefaleas frecuentes e intensas acompañadas de visión borrosa y sangrados de color marrón o rojo y dolor en el vientre.
Otros signos de alarma son los vómitos constantes y abundantes, los dolores de tipo cólico, la expulsión de orina con mal olor y la sensación de ardor al orinar. De hecho, la sensación de quemazón al orinar suele aparecer en caso de infección urinaria. La embarazada debe consultar a un médico ante cualquiera de estos síntomas.
El dolor de piernas y las contracciones acompañadas de dolores de tipo cólico y abdomen duro son algunos de los signos de alarma más evidentes. Los dolores abdominales repentinos, acompañados de sangrado, pueden indicar una complicación del embarazo.
Asimismo, se aconseja consultar a un ginecólogo si la embarazada nota que el feto se mueve menos, expulsa líquido claro por la vagina y gana demasiado peso.
La presencia de edemas en las piernas u otra parte del cuerpo y la dificultad para respirar o la aparición de taquicardias o palpitaciones, cefaleas, acidez de estómago o mareos intensos, menos cantidad de orina, erupción cutánea generalizada o fiebre son también un motivo importante de consulta.
La expulsión de sangre o cualquier otro líquido por la vagina puede ser síntoma de alguna patología. Se debe informar siempre al médico sobre cualquier pérdida de sangre. La ruptura de la bolsa del líquido amniótico puede provocar la interrupción del embarazo o una infección del bebé.
Las infecciones vaginales producen flujo vaginal de color amarillento y mal olor y pueden tener consecuencias para el bebé si no se tratan.
Tanto la aparición de contracciones tempranas cuando la fecha del parto está lejos como la ausencia de contracciones después de la semana 40 son un signo de alarma. En función de la fase del embarazo, la presencia de contracciones uterinas cada vez más fuertes, regulares y largas pueden ser síntoma de aborto espontáneo, sobre todo si se acompañan de sangrado o de parto inminente.
También es necesario avisar a un médico si el feto deja de moverse o se mueve menos y la embarazada padece gastritis.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja realizar visitas periódicas al ginecólogo durante el embarazo para detectar a tiempo los diversos problemas que puedan presentarse. Así, desde el inicio del embarazo hasta la semana 32, la embarazada debe acudir a revisión cada cuatro semanas. Desde la semana 32 hasta la semana 36 debe ir a revisión cada dos semanas y a partir de ese momento debe ir casa semana a revisión hasta el parto.
Asimismo, la embarazada debe estar alerta ante la aparición de cefaleas intensas, zumbidos en los oídos, visión de lucecitas, hinchazón de manos, pies o tobillos, incremento de peso rápido (un kilo en dos días), convulsiones o síntomas urinarios como ardor o dolor al orinar que se acompaña de fiebre alta y dolor en la zona lumbar y sangre o pus en la orina.
La presencia de dolor intenso en el vientre acompañado de contracciones cada quince minutos y/o expulsión de líquido por la vagina (claro o sanguinolento) puede indicar un parto prematuro por lo que es importante acudir rápidamente a un hospital.
Los movimientos fetales se perciben habitualmente desde la semana 18 a la semana 20 de embarazo y son más intensos a partir de la semana 28. Cuando los movimientos del feto disminuyen de forma repentina es necesario acudir al médico rápidamente porque puede ser un indicio de problema grave. La madre comienza a sentir los movimientos del bebé habitualmente a partir del quinto mes si es su primer embarazo y más tarde en los embarazos siguientes. Al final del embarazo, la madre siente las patadas del feto. La disminución repentina de estos movimientos debe ser motivo de consulta urgente.
La preeclampsia provoca la aparición de ciertos síntomas aislados o en conjunto. Los más comunes son el aumento de la tensión arterial, el dolor de cabeza y la visión borrosa. En ocasiones, la embarazada sufre ceguera súbita reversible o nota la presencia de una especie de moscas volantes no habituales que cesan y regresan, así como luces delante de los ojos.
También está relacionada con la presencia de albúmina en la orina, silbidos o zumbidos en los oídos, dolor abdominal, aumento de peso repentino y aparición de edemas en la cara, los dedos y el cuerpo.
Estas manifestaciones pueden aparecer repentinamente tanto en mujeres sin ningún antecedente de hipertensión arterial ni de albúmina en la orina como en aquellas que ya presentaban algunos síntomas.
Además, la preeclampsia se puede complicar con una eclampsia y provocar convulsiones o el coma.
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