La hepatitis C es una enfermedad infecciosa del hígado que se transmite por vía sanguínea, sexual y perinatal.
La infección se caracteriza por una inflamación del hígado que puede evolucionar hacia una hepatitis crónica luego a una cirrosis o un cáncer de hígado. Puede ser aguda (de corta duración) o crónica.
La hepatitis C es asintomática en la mayoría de los casos.
La hepatitis al ser la mayoría de las veces asintomática en su fase aguda, raramente es diagnosticada en el curso de ésta.
Ciertos síntomas o anomalías de la función hepática identificadas durante las pruebas sanguíneas de rutina (una prueba serológica) pueden conducir a la detección de la hepatitis C.
El análisis sanguíneo de los anticuerpos anti hepatitis C (anticuerpo anti-VHC) permite detectar una infección por el virus.
Pruebas suplementarias son requeridas para determinar si la infección por el virus de la hepatitis C está en curso de evolución.
Dependiendo de la técnica utilizada por los laboratorios, los resultados pueden variar.
Los resultados no constituyen un diagnóstico. Con el propósito de prever exámenes complementarios o un eventual tratamiento es importante consultar a un médico.