La bursitis trocantérica o trocanteritis es la causa más común del dolor de cadera. Es más frecuente entre deportistas y mujeres a partir de los 40 años.
La bursa es una especie de bolsa que almacena el líquido sinovial, un fluido que funciona como cojín entre articulaciones, músculos, huesos y tendones. La bursa trocante es aquella que cubre la cadera.
La bursitis trocantérica o trocanteritis se refiere a la irritación y la inflamación de la bursa trocante. Esta tiene dos funciones. Por un lado, lubrica las estructuras de la parte lateral del muslo y, por otro, protege los tendones y los músculos de la zona.
La principal causa de este trastorno es el roce continuo de la cadera al realizar movimientos de flexión y estar parado por mucho tiempo. Es por esta razón que los deportistas son los más afectados y, especialmente, los que practican maratón o bicicleta. También hay otros factores de riesgo a tener en cuenta, como el sobrepeso o la obesidad, la artrosis y espolones óseos de cadera, las hernias de disco, los pies planos o el tener una pierna ligeramente más larga que la otra.
Otras causas de la bursitis trocantérica es una lesión de la cadera, problemas de columna vertebral (como artritis), gota, diabetes o enfermedad de la tiroides.
El dolor en la cadera, en concreto en la parte lateral, es el síntoma más característico de la bursitis trocantérica. Este dolor se intensifica al subir escaleras, tumbarse de ese lado o ponerse en movimiento después de haber estado sentado durante un tiempo.
Otros síntomas de la bursitis trocantérica es la dificultad al caminar, rigidez de las articulaciones o sentir calor en la cadera.
Es conveniente consultar al médico para confirmar o descartar la bursitis trocantérica, ya que en algunos casos puede confundirse con un pinzamiento lumbar o un dolor ciático. En estos casos, puede ser necesario hacer una resonancia magnética o una ecografía de la cadera.
La primera medida es el reposo, sobre todo deportivo, de 10 a 15 días. El médico también puede recomendar aplicar hielo, una crema o gel en la zona. Hay que tener en cuenta la causa del problema y tratarla siempre que sea posible. Dependiendo de la intensidad e inflamación, también se puede aplicar un tratamiento con ultrasonidos y ondas de choque, así como realizar ejercicios terapéuticos específicos para fortalecer la zona. En caso de ser necesario, tomar antiinflamatorios orales.
Cuando el tratamiento no dé los resultados esperados, el médico puede valorar la opción de realizar una infiltración con corticoides y anestésicos. Las inyecciones locales de corticoides se realizan desde los años 60. Están bien estudiados su eficacia y efectos secundarios. Se sabe que la respuesta es positiva en un 70 % a 90 % de los casos, aunque hay hasta un 25 % de recaídas en los siguientes 12 meses.
Si esto tampoco diera resultado, se debe valorar la cirugía para eliminar la bolsa afectada.
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